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Tres pares de ojos no podían dejar de ver a la chica que tenian frente suyo, cada movimiento que hacía, cada gesto reflejado en su delicado rostro, sentían que era lo más hermoso que han visto.

No apartaban su mirada de ella, tal como un animal salvaje con su presa.

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L a r a

No sentía estos nervios desde que salía hablar en frente por alguna tarea de la escuela. Aquellos nervios que te hacen temblar las manos.

Eso estaba sintiendo por las miradas que me estaban dando. No sabía cómo actuar, nunca he tenido que pasar por algo así...

Vi que mi hermano estaba despertando.

¡Al fin!

-- ¿Qué pasó? -- exclamó confundido Daniel.

Pues como te lo digo, estuve sola con un trío candente que no dejaba de mirarme.

-- No pasó nada tranquilo -- hablé olvidandome de las miradas que recibía recibí momentos atrás, ahora mi única preocupación debe ser dirigida a mi hermano.

Le pasé un poco de agua a Daniel para que se recupere poco a poco del desmayo que habia tenido, después de cierto tiempo Daniel se encontraba mejor y animandose a hablar con sus boxeadores favoritos empezó a entablar una conversación con ellos.

De toda esa conversación sólo pude escuchar algunas cosas, como que los tres eran luchadores muy famosos dentro las cuatro organizaciones principales del boxeo.

Sentía que ya no encajaba en esa clase de conversación que estaban teniendo los cuatro, no quería hacer el ridículo hablando de temas que la verdad no tenía ni la menor idea.

Sentí una vibración en el bolsillo de mi casaca, vi el nombre de Luca y  reflejando una sonrisa contesté la llamada apresuradamente, hace tiempo no recibía una llamada de Luca, mi mejor amigo.

Después que salimos de vacaciones en la escuela sólo visitó nuestra casa dos veces y ya no tuvimos ningún tipo comunicación por diferentes motivos.

Conteste la llamada, con antes disculparme por cortesía con las personas dentro de la habitación, saliendo hacía el exterior para escuchar bien la llamada con Luca.


--Hey chica, hace tiempo no hablaba contigo.

-- Hola Luca, yo también te extrañé

-- No hace falta llorar por mí, hoy nos vamos de fiesta, estoy afuera de tu casa y no hay nadie, me siento solito.

-- Oh yo no estoy en casa, mi hermano me trajo a una noche de boxeo...

-¿Boxeo?

-- Si, Más bien me engañó para venir acá.

-- Ya no llores más, que llegó tu salvador, mándame la ubicación y te voy a recoger.

-- Bueno, te esperaré.

Pequeña Lara.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora