2. poliwag

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después de aquel vergonzoso accidente, yoshinori fue la burla no solo de sus amigos, sino también de los de haruto. quizás tenía el ego un poco alto, pero eso no iba a evitar que se vengara de ese tal watanabe que había comenzado con el problema.

su idea no era muy rebuscada; sabía que el de tercer año era fanático de los videojuegos y el arte. ¿Por qué no jugarle una broma para que aprenda con quién se tiene que meter, y con quién no? su mejor amigo de la infancia, asahi, lo había ayudado a planear la jugarreta.

— ¿no crees que estás yendo muy lejos? — preguntó hanada, dejando por un momento de jugar su juego de peces, en su celular. — es solo un niño, va a sentirse mal si le arruinas su cuadro. solo asústalo.

la sangre de kanemoto hervía por el enojo. se suponía que era solo un niño, pero entonces ¿por qué lo había humillado frente a todos, quedando como el más valiente de su clase? no tenía pensado permitírselo. en más, hoy iba a comenzar con su venganza; se tenía fé.
la campana que anunciaba la finalización del receso sonó por cada lugar del establecimiento. todos entraban a sus respectivos salones o subían escaleras, solían ser muy estrictos así que nadie intentaba saltearse las clases.
en realidad, yoshinori era un experto saltándose horas de estudio. el guardia de seguridad dio la primera vuelta de inspección, y no lo detectó.

estaba escondido detrás de una funda de guitarra y unas mesas, en el salón de música que quedaba al lado del de artes. estaba tan acostumbrado a hacerlo que, sabía el recorrido de aquel hombre gruñón y rechoncho. apenas vio la oportunidad, kanemoto salió de su escondite y se coló en el salón de artes a la velocidad de la luz.

se agachó para que nadie pudriera verlo, sintiendo adrenalina por todos lados debido a que el guardia estaba por regresar. gateó hasta llegar al fondo del lugar, donde previamente había ocultado un pote de pintura metálica, los colores opuestos a la foto del dibujo de haruto que le habían enviado. tomó el envase y lo destapó sintiendo aquel rico aroma que manaba de él, estando más tranquilo.

— ¿no ibas a música? — preguntó una voz grave detrás suyo, haciéndolo perder el equilibrio y caer, embarrando toda la pintura sobre su camisa y pantalones. — ¿qué haces?

yoshinori tenía demasiada vergüenza como para mirarlo. se sentía un inútil, primero porque con solo hablar sorprendiéndolo, haruto pudo hacerlo perder el equilibrio y derramar toda su pintura, fracasando con el plan.

— agh, yo te ayudo. — dijo el menor, estirando su brazo hacia el mayor. — no seas tonto, dame tu mano.

yoshinori renegó, y aún sin poder verlo a los ojos tomó su mano y una gran fuerza logró levantarlo del suelo. la pintura que había comprado sí que había hecho un desastre, aunque no fuera el esperado.

— ¿no tienes clases? — habló kanemoto, cuando el castaño dejó un lugar a su lado, para que se siente.

— sí, pero estoy inspirado. dije que me dolía la cabeza, pero quiero terminar esto ahora. — se excusó, y el mayor no tuvo ningún problema en mostrarse sorprendido. — ¿qué? — devolvió el de tercero, alzando una ceja.

kanemoto vio que el guardia se acercaba, y se tiró al piso sin pensarlo dos veces, manchando la cerámica de azul metálico. pudo escuchar el diálogo entre él y el señor que los esperaba fuera.

— ¡oigan! ¡se está salteando la clase! — exclamó el vigilante, entrando al aula.

— ¿yo? me dolía la cabeza y me dijeron que descanse aquí. — explicó el menor, con toda la tranquilidad del universo, y el guardia asintió un tanto arrepentido. — pero el que se está escondiendo debajo de la mesa, él sí se está saltando la clase.

yoshinori suspiró rendido cuando el guardia se agachó a su altura y conectaron miradas. se levantó y lo único que hizo fue mirarlo mal.
su cerebro no servía para estudiar, servía para armar planes malévolos contra watanabe haruto.

POKELOVE ✧ HARUNORIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora