POKELOVE ✧ HARUNORI

3. arcanine

era fin de semana. el día estaba soleado, hacia calor y habían muchas personas en la calle. yoshi salió de su hogar dispuesto a juntarse con una chica que le había hablado por sus redes sociales. era algo loco, sí, pero le había parecido muy linda y graciosa. quería conocerla e iba a hacerlo.

caminaba confiado, con su celular en el bolsillo y una goma de mascar en la boca. aquel incidente con haruto había ocurrido hacía ya algunos días, y todavía no tenía un plan para vengarse de él, como había intentado en ocasiones anteriores. llevaba su cabello azulado un tanto despeinado, también unos jeans del mismo color. además, su camiseta favorita imitando una de beisbolista y unas zapatillas del mismo color.
habían pasado más de diez minutos y kanemoto seguía esperando alguna señal de aquella mujer a la que esperaba, pero nada, ni un mensaje avisando que no iba a llegar. de pronto, se percató de que alguien que conocía estaba rondando la zona.

— ¿de verdad sales de tu casa?

yoshinori se recargó en el farol a su costado, y estando más cómodo, le habló a haruto. ¿qué hacía allí? no tenía la más mínima idea, pero no iba a dejar pasar la oportunidad de molestarlo.

— ¿de dónde crees que sacó mis pokebolas? hay una pokeparada aquí cerca, voy a irme. — avisó watanabe cortando toda la conversación.

yoshinori no tenía nada más para hacer. vio a haruto dar unos pasos hacia adelante, con la vista en su celular, y decidió seguirlo. más bien, caminar junto a él para aprender a jugar ese juego de ñoños. el castaño no hablaba mucho, en realidad no omitía sonido, solo que de vez en cuando se paraba entre muchas personas a recoger alguno de esos animalitos virtuales.

siguieron caminando hasta un punto en donde había un cercado metálico con el típico cartel que decía "prohibido el paso" y "desvío". yoshinori miró a su alrededor y no tenía idea de dónde estaban, y él tenía una cita. haruto se quedó quieto mirando aquel aviso, pero según el juego dentro de ese pequeño bosque, había una pokeparada. la noche comenzaba a caer, había poca luz y seguramente había una damicela esperando al de mechas azules.

— tengo cosas pendientes por hacer, te sigo molestando en la escuela. — comenzó despidiéndose el mayor, pero fue interrumpido.

— ¿quién es el que tiene miedo ahora? — habló el menor, y el otro volteó a verlo. — deja de poner excusas tontas. si no tienes miedo, me acompañarías allí dentro.

el más bajo por pocos centímetros alzó una ceja, cuestionando la seguridad de ambos. se acercó dando fuertes pisadas.

— entremos, a ver quién es el que tiene miedo de verdad. — escupió lleno de enojo, pasando por un agujero en el cerco y perdiéndose con su acompañante entre la maleza.