Capítulo 2

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Un estruendo me despertó sobresaltado, pero algo impidió que me incorporara de donde estaba.
La neblina mental provocada por el letargo del sueño se disipó cuando vi a mi derecha a Uchiha Madara, profundamente dormido, y todos los recuerdos del día anterior llenaron mi mente.

Nuevamente ese estruendo, que ahora reconocí como una técnica de fuego, sonó con menos intensidad que el que me había despertado, obvia muestra de un combate. Inmediatamente me puse en guardia y agudicé todos mis sentidos.

¿Acaso estábamos bajo ataque? Porque si era así, entonces el Uchiha y yo éramos presas fáciles. Esos niños estaban peleando, pero dudaba que pudieran aguantar mucho. O al menos el rubio, porque de un Uchiha se puede esperar todo. Y esos ojos demoníacos no se veían débiles.

La habitación se sacudió a causa de algún jutsu. ¿Doton (Tierra)? ¿Fuuton (Viento)? Realmente no lo sabía, pero había sido un ataque poderoso considerando que la pelea se encontraba lejos de este lugar.

Un grito incoherente de Naruto confirmó que estaba en lo correcto. Podía sentir varios chacras, pero había algo raro con ellos. Eran muy parecidos, excepto tres, que también se parecían entre sí.

Estaba atento a las desapariciones de chacras. Pero fue sorprendente sentir como por uno que moría, otros tres aparecían.

La situación era realmente difícil. No podía moldear chacra. Para decir menos, no podía moverme. Y el inepto de Madara no se despertaba con toda la conmoción que había fuera.

Esos chicos, a pesar de habernos aprisionado con una barrera rara y acostado semidesnudos uno al lado del otro sabiendo que éramos enemigos; curaron nuestras heridas, nos dieron de comer y un techo en el que dormir. Pero eso no quitaba lo indefensos que nos habían dejado aquí dentro.

Ya resignado a que lo único que podía hacer ahora mismo era esperar porque esos dos fuesen capaces de ganar, miré a Madara y recordé como había empezado nuestro combate.

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No hacía mucho que había partido de misión hacia Iwagakure como nuevo Hokage de Konoha, y ya había recorrido gran parte del camino. Me encontraba cerca de la frontera entre el País del Fuego y la Cascada.

Esperaba que manteniendo este paso estuviera en el País de la Tierra para el mediodía de mañana.

Divisé un río a unos cuantos metros y comprobando mi garrafa me di cuenta que el agua ya se me estaba agotando.

Al llegar a la orilla me dispuse a llenarla. Cuando estaba por acabar un kunai pasó por mi lado, entrando al agua. A ese le siguieron muchos más.

Los esquivé todos y miré en la dirección de dónde venían, topándome con un resplandor rojo que identifiqué inmediatamente y evité el contacto directo con sus ojos.

– Maldito – la voz me desconcertó. Esa persona ya debería estar muerta – Tú debiste haber muerto esa vez, no Izuna.

– ¿Madara?

– ¡Le apuñalaste por la espalda! ¡A traición! Sabía que los Senju no tenían honor ¡Y mucho menos tú sucia rata!

– Él se lo buscó – no estaba realmente orgulloso de cómo habían acabado las cosas esa vez, pero todo ocurrió en u arranque de ira – había sido él quien había matado a mi hermano menor, Itama – me intentaba mantener lo más sereno posible. Un paso en falso, y estaba muerto.

– Ya veo, así que eso pasó – sonrió ampliamente, mostrando todos los dientes y forzando la comisura de sus labios, haciendo que su rostro adquiriera una mueca desagradable – Entonces espero que entiendas que yo también quiera matar al asesino de mi hermano menor. Ojo por ojo – su sonrisa se hizo más amplia, si eso era posible.

House of Memories [Yaoi, R18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora