𝗣𝗿𝗶𝗺𝗲𝗿 𝗮𝗰𝘁𝗼

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NIÑEZ

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La pequeña Suzuka no terminaba de procesar como acabó jugando a la casita bajo un árbol con un par de niñas que apenas alcanzaban el metro de altura.

—Come, bebé —su mini-captora entregó una galleta con relleno de chocolate a la otra niña que había arrastrado con ella.

Ñam, que lico —respondió la nena de mejillas de malvavisco—. Glashias, mami.

La mandamás, que antes se había presentado como Moa, sonrió satisfecha con la respuesta de su "bebé". 

Moa era una niña bastante linda, tenía unos hermosos ojos que había heredado de su madre, pero su rasgo más resaltante eran sus hoyuelos, aquellos que aparecían cada vez que sonreía. Sin embargo, Suzuka pensaba que era un diablillo que vestía una camiseta con estampado de unicornios y pantalones cortos que dejaban ver su reciente herida en la rodilla, recordatorio del primer encuentro entre ambas.

Fue aquel sentimiento de culpabilidad la razón por la que terminó aceptando jugar con un par de niñas pequeñas. La razón por la que aún seguía ahí.

—Ten, amor —la menor dejó una galleta sobre la mano de Suzuka y depositó un beso en su mejilla.

Aquella insignificante acción ocasionó que un ligero ardor se apoderase de su rostro hasta llegar a la punta de sus orejas.

Moa se le quedó viendo, esperando obtener una respuesta como la de su amiga, pero la pequeña Suzuka, sin saber que decir, metió toda la galleta en su boca tragándosela de un solo bocado y levantó el dedo pulgar como señal de que le gustó.

La mamá Suzuka y su "bebé" se levantaron por órdenes de su mini captora.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Suzuka sin saber como continuar.

—Po-po-podemos ir al hospital —propuso la bebé.

—¡Yui! —reprochó su otra "madre".

—Di-di-dijiste que po-podía ser la bebé doctora —mejillas de malvavisco se cruzó de brazos—. O sino...

—Ok, ok, tú ganas, vamos al hospital —aceptó la niña mandona—. Amor, carga a la bebé —ordenó mirando a la mayor.

—¿Eh? —Suzuka creyó haber escuchado mal. Imposible que le hubiera pedido...

—Amor, carga a la bebé —la niña de coletas repitió la orden.

Suzuka miró a mejillas de malvavisco, se veía tan tierna que no quiso quejarse por llevarla y se inclinó para que esta subiera a su espalda.

La pequeña hizo su mejor esfuerzo para acomodarse y no terminar pesando demasiado, pasó sus manitos alrededor del cuello de su "mamá" y anunció que estaba lista.

Fue así, que cargando una niña en su espalda y siguiendo a su "esposa" que iba dos pasos delante indicando el supuesto camino al hospital, Suzuka llegó hasta el árbol más alejado de la zona de juegos.

MAMÁ(S) ママDonde viven las historias. Descúbrelo ahora