Capítulo 5: La vieja cafetería

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- Como quieras- dijo Zed mientras salía extrañamente molesto del baño.

¿Qué es lo que tanto le molesta? ¿Verme? Porque inusualmente es él quien aparece por donde yo estoy.

- Que carácter....- dijo Alex riendo mientras me ayudaba a ponerme en pie.
- ¡Ni que lo digas!- dije soltando una enorme carcajada. Tan intensa que se puede apreciar como retumba en las paredes del estrecho cuarto de baño.
- Eso no es nada, antes era peor- aseguró Alex.
- ¿Lo conoces? ¿De dónde?
Es poco creíble que un chico tan educado como Alex conozca alguien tan... a alguien como Zed.
- Te llevaré a casa- dijo apresurándose a cambiar de tema.
- Quiero saberlo- insistí
- Te lo contaré después- dijo tomándome por la cintura para no caer.
- Promételo.
Quiero saberlo todo a cuanto estos dos se refiera.
- Lo haré solo que ahora no quiero hablar del tema- dijo mientras salíamos del cuarto de baño.
- ¿Tan malo es?

¿Qué podría haber hecho para que Alex no quiera hablar del tema?

- Complicado diría yo.

Alex me sujeta con fuerza por la cintura mientras bajamos por las escaleras. Mi vista busca desesperadamente el cabello rizado de Zed entre la multitud ¿se habrá marchado?

- Iremos en mi auto- dijo Alex una vez que salimos de la enorme casa.

Entonces supe que no se había marchado, estaba ahí... recargado en su auto con ambas manos ocupadas; una sujetando las caderas de una morena bastante atractiva,la otra en un vaso rojo.

- ¿Me escuchaste?- preguntó Alex pegando sus labios a mi oreja.
- ¿Ella es su...? ¿Su novia?- pregunté mientras miraba fijamente la pareja.
- ¿Novia? Jamás le he conocido alguna-
Como no. Era de esperarse viniendo de alguien como Zed.
Él & Alex intercambiaron unas extrañas miradas cuando pasamos delante de la pareja cariñosa.

- No puedo llevarte a casa en este estado- dijo Alex una vez que me ayudo a subir al auto & ponerme el cinturón de seguridad.
- ¿Por qué no?- pregunté una vez que subió al auto.
- ¿Qué pensaría tú madre?
Tiene razón, puedo imaginarme su reacción: castigarme de por vida.

- Deberías comer algo antes de llegar a casa, eso podría ayudar.
- Pastel.
- ¿Pastel?
- De chocolate- sonreí
- No creo que encontremos una pastelería abierta. Pero podemos intentarlo.

Disfrutamos de la música mientras recorremos media ciudad en busca de alguna pastelería o cafetería abierta.
Me encanta la compañía de Alex, la forma en la que finge no verme mientras conduce, la leve sonrisa que forman sus labios cuando me escucha tararear las canciones que no sé. La forma en la que me observa con dulzura mientras canto -blue de Samuel Larsen- me sorprendió bastante encontrarla en su lista.
- Es de mis favoritas- dije recargándome en la ventanilla.
- Acaba de convertirse en una de las mías-dijo sonriendo.
Después de una larga búsqueda encontramos una cafetería 24 hrs.
Alex se apresura a abrirme la puerta para después ponerme su chaqueta. Es un detalle pequeño, pero para mí lo es todo. No puedo evitar sonreír como tonta ante el detalle,al ponérmela percibo una mezcla perfecta entre su delicioso perfume & un toque a cigarrillo, acaba de convertirse en mi aroma favorito.
Detesto el olor a tabaco, pero en él me encanta, es bastante irónico.
Imagino que me veo ridícula con ella ya que me queda bastante grande. Pero a él parece gustarle como me queda.
Entramos en la vieja cafetería que es toda de madera,será algo antigua pero no deja de ser preciosa.
Tomamos asiento al lado de la ventanilla, soy consciente de que una pareja normal se sentaría uno enfrente del otro pero nosotros nos hemos sentado en el mismo sofá. ¿Somos una pareja? Es demasiado pronto para decidir. Da igual lo que esto sea, solo se que me gusta como me hace sentir. Pido una rebanada de pastel de chocolate & un batido de fresa, Alex pide una rebanada de pastel de limón & un batido de vainilla. Suenan viejas canciones en la radio de la cafetería lo cual me hace bastante gracia, ya que va con el lugar.
A los pocos minutos aparece una amable mesera de cabello rubio, es un poco mayor, nos ofrece una cálida sonrisa cuando deja nuestros batidos en la mesa.

- Gracias- le sonrió a la amable mujer.
- Si necesitan algo más no duden en llamarme- dijo sonriente antes de marcharse.
- Creí que no encontraríamos ningún lugar abierto- confiesa Alex.
- Yo tampoco lo creía- dije llevándome un trozo de pastel a la boca.
He de confesar que no le tenía mucha fe al pastel pero la verdad es que sabe delicioso.
- ¿Te gusto?- preguntó Alex tratando de analizar mi expresión.
- Me encanta- dije sonriendo.
Ya no siento para nada el efecto del alcohol en mi cuerpo, supongo que el viaje en auto a ayudado.
- Estaba preocupado porque no te gustara- dijo antes de llevarse un tenedor con pastel a la boca.
- No soy tan difícil de complacer- dije mientras le robaba un trozo de su pastel.
- Eso es mío- dijo robando un trozo del mío.
- Sabe mejor el tuyo-
- Eso es porque tengo buenos gustos- dijo con seguridad.
- Lo sabré hasta que pruebe tu malteada- dije retándolo.
- Adelante, verás que no me equivoco- dijo pasándome la bebida.
Tenía razón, sabe deliciosa.
- Solo has tenido suerte.
- Di que tengo razón.
- Jamás lo haré- dije riéndome.
- Reconócelo, Ellen- Dijo embarrándome la punta de la nariz con betún.
- No lo haré- Dije mientras agarraba betún con mi dedo índice & después hacer lo mismo que él.
Se inclinó un poco lo justo para lamer el betún de mi nariz, mientras me sujetaba de la muñeca para evitar que agarrase más betún.

- Ya puedes soltarme- dije riendo
- Lo haré solo si prometes no hacerlo de nuevo.
- Lo prometo, además necesitas ayuda con eso.
Me apresuré a lamerle el betún de la nariz una vez que me soltó. Después de una lista interminable de chistes malos que a hecho, no puedo evitar reírme con él dado lo contagiosa que es su risa, he reído tanto que me duele la barriga. Es la mejor sensación.

- ¿Quieres bailar?- preguntó Alex extendiendo una mano en mi dirección.
- ¿Aquí?
- ¿Por qué no?
- No pensé que fueses tan romántico- dije aceptando su mano.
- No lo soy- dijo conduciéndome al centro de la cafetería.
- Si lo eres.
- Tal vez un poco- dijo poniendo sus manos en mi cintura.
Al vernos en el centro de la cafetería la mesera de cabellera rubia sube el volumen de la radio. No puedo evitar sonreír como boba, esto es lo más romántico que he hecho en mi vida. Somos las únicas personas en la cafetería, los únicos que estamos bailando en la madrugada de un miércoles en una pequeña cafetería. Recuesto mi cabeza en su pecho mientras nuestros pies se mueven al ritmo de la vieja canción.

- Me encanta este lugar- dije alzando la vista para poder apreciar sus precisos ojos.
- A mi igual, deberíamos venir aquí todas las noches- dijo dándome un beso en la frente.
- ¿De verdad? - pregunté sorprendida.
- Claro. Podría ser nuestro lugar- dijo dándome un pequeño pero tierno beso en los labios.
Desearía poder quedarme así el resto de mi vida, luego de bailar unas cuantas canciones más nos despedimos de la vieja cafetería.

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