Capítulo 2

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Miraba, sin realmente hacerlo, el suelo de grava sobre sus pies, sucios y lastimados. Escuchando el sonido que sus cadenas hacían al caminar a paso lento, avanzando en aquella fila con personas igual o en peor estado que ella.

- ¡Muévanse, gusanos! – gritaba el capataz, con látigo en mano, amenazante. Y aunque eso la estremeciera, sentía que no podía haber cosa peor en su ya de por sí, miserable vida –, ¡Agradezcan que personas de alta estirpe les den uso a su miserable existencia!

Miserable existencia, posiblemente. Porque su Clan había sido casi exterminado por las enfermedades que se padecían, terminando también con la vida de sus padres. Siendo por eso que acabase en las calles, para más tarde, ser vendida como esclavo; sus pies tropezaron, haciéndola caer estrepitosamente, sintiendo como sus codos y rodillas se raspaban y las esposas en sus muñecas, se le metían pequeñas piedras, lastimándola.

Y por si fuese poco, el capataz la vio, y en lejos de compadecerse, comenzó a gritarle y amenazarla con lastimarla con el látigo si no se levantaba rápidamente. Y aunque tratase de hacerlo, sus piernas no tenían fuerza, recibiendo latigazos en la espalda, haciéndola gemir de dolor y que lágrimas rodasen por sus mejillas.

- ¡Levántate, zorra! ¡Hazlo ya!

¿Por qué no pudo morir junto a sus padres y Clan? ¿Por qué debía pasar por este trato tan inhumano? ¿Por qué ella no moría aún?

Cuando el capataz se cansó de azotarla, fue que lentamente y con mucha dificultad, logró pararse y con pasos tambaleantes y temblorosos, volvió a reincorporarse en la fila, para adentrarse a la carroza donde serían transportados para la subasta de mañana. En donde su destino se decidiría entre uno más trágico rumbo a la muerte o en un caso sumamente imposible, siendo rescatada; y aunque la segunda opción sonase descabellada y fantasiosa, cual cuento de hadas y princesas, Nene soñaba con algún día, tener un príncipe.

Ese que la sacase de la miseria y le hiciera vivir una historia de amor como en los cuentos que mamá solía contarle para dormir. Cerró los ojos, añorando el calor de un hogar y, amor.

Cuando abrió los ojos, fue cuando el transporte paró, y el sonido del seguro y por consiguiente, la puerta abriéndose sonó. Era la hora, habían llegado.

Apenas bajó, el capataz la tomó de las greñas, haciéndola quejarse débil mente, provocando una sonrisa de satisfacción y diversión en él. Que le provocó repulsión –. Mírate, toda sucia y hecha un desastre. ¿Quién compraría a una basura como tú? Sin contar tus tobillos gordos.

Se rió, para luego soltarla y ordenarle que caminase en fila como los demás, resignándose a su destino.

Se sentía fatigada para cuando llegó al lugar donde, supuestamente, la gente de alta clase estaría en espera de ver la mercancía, que eran ellos. Miró al suelo, específicamente, sus pies.

Es verdad, ¿Quién compraría a una esclava con tobillos gordos parecidos a un Daikon?

Le estaba doliendo la cabeza ante los gritos del subastador, y el golpeteo que hacía el martillo en la madera de la mesa, además de los murmullos de las personas. Sentía que desfallecería en cualquier momento.

Y cuando llegó su turno de pararse en esa tarima, donde era presentada y ofrecida como el producto que era, y antes de que el subastador comenzara a hablar, una voz infantil llegó a sus oídos, haciéndola parpadear y levantar la mirada, confundida.

- ¡100 millones por ella! – gritó aquel enmascarado, con una sonrisa infantil y voz animada. El subastador, los demás nobles y ella, estaban sumamente impactados ante ridícula cantidad de dinero ofrecido.

¿De verdad ella valdría eso? ¿Esa cantidad de dinero?

Quería llorar, pero eso no era conveniente en su situación.

- Ah... ¿Alguien más? ¿Quién ofrece más!

- ¡1 billón! – ahora ofreció, quien estaba a un lado del que hizo aquel ofrecimiento. Igual de enmascarado que el otro, pero este se veía un poco más serio y calmado. Pero aun así, la suma de dinero le seguía siendo descarada.

¿Qué demonios pensaban aquellos dos para ofrecer tanto dinero por ella! ¡Ella no valía tanto! ¿O sí?

O tal vez, ¿Ellos la salvarían de un cruel destino?

El subastador cerró la apuesta con 100 millones, al ver que nadie ofrecía nada por ella. Y en la parte de atrás del escenario, ambos enmascarados aparecieron, entregándole al capataz una bolsa con el dinero, para luego ella ser despojada de sus esposas y cadenas y ser entregada a ellos.

- No sé qué le vieron a esta puta, porque nadie daría tanto dinero por esta. ¿Para qué la quieren? ¿Para un polvo nada más?

- Señor, no la denigre y mucho menos, la llame de esa forma despectiva por ser una mujer.

- Además, no es asunto suyo lo que hagamos o no con ella – su voz sonaba infantil, sin embargo, había una clara advertencia de que no indagase más –. Sólo tome su dinero y váyase contento.

El hombre los miró unos minutos para luego encogerse de hombros e irse con la bolsa de dinero en mano. Nene no sabía si mirarlos agradecida o con miedo a ambos chicos; se sobresaltó al ver como el más serio tomaba su muñeca y comenzaba a inspeccionarla, poniéndola nerviosa.

- Vaya, se ve en mal estado – la soltó, dándole vuelta, mirando más a detalle su magullada espalda, provocándole vergüenza –. Pobrecita...

- Mmm~, ¿te duele? – preguntó el otro, hundiendo su enguantado dedo en su herida abierta en la espalda, haciéndola gemir de dolor, con voz rota –. Oh, parece que sí. Además de que se ve muy reciente.

- ¿Qué vamos a hacer ahora, Tsukasa? No podemos llevárnosla en este estado a la mansión.

- Lo sé~, es por eso que nos la llevaremos a nuestra casa de verano – contestó calmado el otro, hasta podía jurar que estaba sonriendo –. La tratamos ahí, la alimentamos y le damos una mejor apariencia – acarició sus cabellos, estremeciéndola. Llamándola la atención del enmascarado –. ¿Eh~? ¿Estás asustada~? Pero que tierna nos salió nuestra prometida~.

¿...Prometida?

- Ya déjala, Tsukasa. Te dije que con nuestra prometida no puedes jugar así.

¿Ella iba a ser una prometida? ¿De ellos?

Tsukasa rió travieso –. Ya, ya, Amane-kun~. Aun así, me pregunto el por qué la escogiste, y no digo que sea fea – su sonrisa traviesa se amplió –, ¿O es que te pareció atractiva por sus tobillos, eh?

Aquello la hizo ruborizar, así como al mencionado.

- ¡Cállate, Tsukasa! ¡No es cierto! – se cruzó de brazos, ofuscado con su gemelo –, s-simplemente la escogí porque no quiero estar más tiempo en este lugar.

- Mmm~, fingiré que es cierto y que en realidad, te excitan sus...

- ¡TSUKASA!

Tsukasa comenzó a reír nuevamente, para luego tomarla de la muñeca, comenzando a encaminarse a donde el carruaje le esperaba, ella miró a ambos, intrigada.

¿Quiénes eran ellos y exactamente para qué la querían hacer su prometida?

-Traumada Taisho

Las actualizaciones serán lentas y no hay horarios definidos, gracias por su atención.

Novia comprada  [Amane/Nene/Tsukasa] {HIATUS}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora