My King ❦ SeYeol

𝕿𝖗𝖊𝖈𝖊

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El castaño y el rubio caminaban con los guardias a sus espaldas. Todas las miradas se posaban en ellos, pues ya sabían que ese castaño es el omega del rey, todos veían sorprendidos a ambos omegas y todos se preguntaban qué hacían caminado como si fueran simples pueblerinos en vez de ir en un carruaje.

Los dos omegas pudieron ver un lugar donde se podían ver frutas y verduras por la parte de afuera. El lugar estaba un poco lejos, pero se podía ver con claridad, por lo que el castaño corrió hacia allí. Yìxíng trató de gritarle que no corriera, pero antes de poder decir algo, nota que el castaño se pierde entre toda la gente de allí. El rubio sabía que no sería difícil el encontrarlo, pues la vestimenta era increíblemente diferente a la que los pueblerinos portaban, además de que la mayoría eran pelinegros y el omega era castaño.

ChanYeol corrió, pero cuando volteó hacia atrás, no pudo ver a Yìxíng, sólo pudo ver gente caminando por doquier. Decidió que llegaría a la tienda, seguro Lay le alcanzaría allí. En cuanto el castaño corrió hacia donde estaban las frutas y verduras, se puso a ver todo, las frutas estaban un poco pasadas, pero eso no le importó. Las frutas y verduras se encontraban en la parte exterior de la tienda, por lo que al ver la puerta, se dirigió a ella y se asomó, notando que habían más cosas allí adentro, además de más gente.

Él se adentró a la tienda, y en cuanto la puerta es abierta, el sonido de una campana suena, asustando a ChanYeol y captando la atención de los demás clientes y del mismo dueño de la tienda. Todos se quedaron sorprendidas al ver que había un castaño con ropa costosa y elegante, pero inmediatamente lo reconocen como el omega del rey. Todos los que estaban allí adentro se inclinaron rápidamente y el castaño, incómodo, se dirige a un estante donde había bolsas de harina y algunas galletas con pan.

—Su majestad ¿Busca algo en especial? —el hombre que reconoce como el dueño de la tienda se acercó.

—Quiero diez cajas de galletas —el castaño sonrió.

—¿D-Diez? —el hombre pregunta con sorpresa.

—¡Sí! Son para los niños del orfanato —el omega dijo con emoción, pareciendo un pequeño niño, haciendo que los clientes sonrían ante la actitud.

El omega agarro las diez cajas de galletas que quería, también se dirigió hacia otro lado, donde había dos pasteles grandes.

—Quiero esos pasteles —el omega apunta a la dulce comida.

—¿L-Los dos? —pregunta sorprendido el dueño.

—Sí ¿Cree que es mucho? —el castaño hizo un puchero.

—N-No, es sólo que me he sorprendido. Nadie compra los pasteles, son... demasiado costosos —aquel hombre responde.

—Pues yo me llevaré los dos pasteles - el castaño sonrió, pero su sonrisa desaparece cuando la puerta es abierta bruscamente y Yìxíng aparece con rostro preocupado.

—¡ChanYeol! —el rubio se acercó al castaño—. No te vuelvas a ir corriendo —dice jadeando.

—Lo siento —susurró el castaño.

—No es nada, sólo que tuve que correr hasta aquí —sonrió el mayor—. Los guardias se quedaron afuera, tenemos el tiempo que queramos —dice Lay.

—De hecho... yo ya pedí lo que quería —el castaño sonrió tímido.

—¿Qué pediste? —pregunta, pero de repente un hombre se acerca con dos pasteles y las diez cajas de galletas —. ¿¡Has pedido dos pasteles!? —preguntó sorprendido el rubio.

—S-Sí... —sonríe con nerviosismo—. Hyung, cargue las cajas por mi, yo cargaré los dos pasteles.

Ambos omegas agarraron las cosas, ChanYeol pagó las cosas sin ninguna dificultad y se fueron de aquella tienda. Los guardias, al verles cargar cosas pesadas, se ofrecieron a llevar todo, pero el castaño se negó y Yìxíng siguió cargando las cajas de galletas.

Cuando ambos omegas llegaron al orfanato, todos lo niños se habían puesto a gritar al ver los pasteles y las galletas. Y las dos omegas que trabajan allí estaban demasiado agradecidas.

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Ya se había hecho de noche. Ambos omegas estaban en el carruaje, llendo de vuelta al castillo, Yìxíng estaba un poco decepcionado, pues no habían podido ir a todos los lugares que querían, pues habían pasado más tiempo de lo planeado en aquel orfanato, pero no se arrepentía de nada.

ChanYeol en serio quería hablar con SeHun acerca de lo mal que estaba el pueblo, pero sabía que el alfa no lo escucharía, pero igual haría el intento.

Cuando ChanYeol se puso su pijama, se dirigió a su habitación. Entrando, pudo ver que estaba SeHun sentado en la cama, recargándose en una almohada.

—Tardaron mucho —el alfa suspiro al ver al castaño allí.

—Lo siento, nos entretuvimos bastante —el omega sonrió acostándose de su lado de la cama.

—¿Qué hicieron? —el alfa le preguntó.

—¡Fuimos al orfanato! Todos los cachorros estaban felices de vernos —el omega rió al recordar a todos los pequeños corriendo—. ¡Hasta había algunos cachorros en su forma de lobo! —exclamó feliz.

—Si tan feliz te hace, ve mas seguido al orfanato —es lo único que dijo.

—Sí... sobre eso... quiero pedirte una cosa —el castaño se sentó y se puso más serio.

—¿Pasó algo malo? —el alfa levantó una ceja confundido.

—De hecho... sí —susurró el omega.

—¿Qué fue lo que pasó? —el alfa también se puso más serio y entre cerró los ojos.

—Verás... Yìxíng y yo estábamos en el momento que les dieron de comer —empezó a explicar el Omega—. Al momento de ver lo que comían... yo —al castaño se le empezaron a cristalizar los ojos—. ¡Yo no pude creerlo! —el omega estalló en llanto—.  E-Era tan poco lo que comían y-y cuando fui a l-las habitaciones, las camas eran tan pequeñas, las que trabajaban allí dijeron que dormían dos niños por cama.

El Omega seguía llorando, mientras SeHun le veía con seriedad. El alfa al ver al omega así, no tuvo otra reacción más que abrazarlo.

—Y-Yo... me sentí tan mal. Las trabajadoras me dijeron que era tan poco el dinero que recibían —el omega siguió sollozando—. Y-Yo adoro a los niños y-y pensar que comen tan poco y q-que tienen mala vida hace que me sienta tan mal.

—Esto es mi culpa —susurro el alfa—. Jamás me preocupe por el pueblo, siempre fui egoísta y mal rey, pero te juro que cambiaré, juro que cambiaré por ti.