Trató de recuperar aquello que perdió pero no pagó el precio.

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Trató de recuperar aquello que perdió, pero no pagó el precio.

El pobre tritón había permanecido ajeno a todo lo que pasaba en el baile después del anuncio. No volvió a bailar, no intentó sonreír, sólo quería aislarse de todo y de todos.

Sin que nadie se diera cuenta salió del gran salón cabizbajo, con la mirada cristalina por las lágrimas que amenazaban salir en cualquier instante. Deambuló por los pasillos hasta llegar a su habitación donde se encerró toda la noche. Tenía su corazón roto, el alma destrozada y poco tiempo de vida. Pensó que nunca debió ignorar los consejos de Abandon, el cangrejo siempre tuvo la razón. Nunca debió salir a mirar el barco, nunca debió salvar al príncipe. Si tan sólo él no hubiera hecho aquello nada de esto hubiera pasado.

Él nunca sentiría nada y continuaría teniendo aventuras. Su vida seguiría normal.

Nada hubiera cambiado...

Llevó su mano hacía su pecho en un vano intento por calmar aquel punzante dolor que no lo dejaba en paz, continuó llorando un rato más, quizás sólo así dejaría de sentir.

**

En los días siguientes Haru tuvo que soportar ver a su amado en los brazos de otro, completamente feliz y ajeno de todo su dolor. Quería gritarle para que entendiera lo que significaba para él, quería confesarse, pero no podía.

No tenía voz.

Nanase comenzó a distanciarse de Makoto, no podía permitirse ilusionarse de que el castaño le diría que lo amaba en realidad a él y no a Yamazaki. Soñaba cada noche lo mismo, cada mañana despertaba en la cruda realidad de que eso jamás sería cierto.

Sin mucho drama, se llegó el día antes de la boda.

Ese mañana Haru estuvo evitando a toda costa al príncipe, no quería fingir alegría por su compromiso de mañana. Se escondió en la playa donde había dejado a Tachibana el día en que lo salvó, o lo correcto para él sería... el día donde comenzó todo.

Poco a poco el sol se fue ocultando y la brisa del mar bañó sus pómulos. Estuvo a punto de irse, de no ser porque una voz familiar lo detuvo.

Era Abandon, quien traía en su pinza izquierda un cuchillo.

Haru corrió a su lado al reconocerlo y lo tomó en sus manos. Se percató de algo que no había visto por la oscuridad reciente.

Una de sus tenazas ya no estaba con él, parecía que se la habían cortado. Nanase lo miró con horror.

--¡Haru que alegría me da encontrarte!-El cangrejo lo miraba-Te he buscado por días. Verás, encontré la manera de que regreses al mar conmigo y los demás. He dado mi tenaza derecha a cambio de esto-Le mostró el cuchillo- Lo único que debes de hacer es matar al príncipe.

Haru estaba atónito, ¿Matar al Makoto?

--Si consigues que su sangre llegue a tus pies tendrás cola otra vez y volverás al mar. La misma brija que te quitó la voz me dio esto, me dijo que si no lo matabas al amanecer tú... desaparecerías-

El antiguo tritón estaba asustado, no podía hacer aquello, pero si lo hacía volvería a su hogar, con su único amigo. Regresaría a como era antes... todo sería normal. Tal vez... olvidaría al oji-verde si hacía aquello.

Bajó a Abandon y tomó el cuchillo entre sus manos, le dedicó una mirada decidida antes de salir corriendo de regreso al palacio. Esta era su única oportunidad.

**

Se encerró en su habitación hasta la madrugada, para esperar a que todos estuvieran dormidos. Con mucho sigilo caminó entre los pasillos hasta llegar a la habitación del castaño, la cual compartía con Yamazaki.

Otra punzada en su pecho.

Abrió la puerta despacio y entro sin hacer ruido, observó que en poco tiempo el amanecer llegaría junto con la boda.

Soltó un suspiro y levantó el cuchillo con sus dos manos pero no pudo bajarlo. El rostro de Makoto era sereno, tranquilo y dulce. Nunca podría permitirse quitarle aquel bello sueño que ahora demostraba.

Haru cerró los ojos y apretó aún más el arma pero en su mente le llegaron todos esos bellos momentos al lado del castaño, esas tardes de diversión y alegría. Aquellas veces que le enseñó a leer o le contaba historias.

Bajó el cuchillo y suspiró, sintió gotas resbalar por su s mejillas y comprendió que no podía matarlo. Lo amaba demasiado como para hacer aquella acción.

El sol se coló por el balcón de la habitación y comprendió que era el final de su vida.

Besó al castaño en la frente y votó el cuchillo al piso. Camino a paso lento hasta el borde de las barandillas del balcón y se subió a una de ellas de espaldas al sol.

Vio a Makoto despertarse en ese instante y mirar a su dirección incrédulo de lo que sus ojos veían.

--¿Haru? ¿Qué estás haciendo?

Le sonrió y miró hacia abajo, estaba el océano moviéndose con calma, como si incitara a nadar en él.

Volvió a mirar a Makoto que estaba más y más cerca de él, con una expresión de preocupación. Sin esperar más Haru cerró sus ojos y se dejó caer al vacío.

Los abrió poco antes de caer al agua y miró la mano de Makoto extendida para intentar atraparlo.

Sintió que el mar lo tocaba al mismo tiempo que su alma desaparecía.

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Viene el epílogo, que es el final. Gracias por leer (luego corrigo errores)

La sirenitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora