Dio su voz a una bruja solo para verlo otra vez.

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¿Acaso estaba soñando? El chico de aquella vez ahora estaba frente a sus ojos, mirándolo con preocupación y curiosidad. ¿qué debía hacer? ¿Cómo iba a responder? Más bien, ¿Qué cosa haría para que le entendiera? Su voz se había ido.

-¿Te sientes mal todavía?

Estaba asustado, no planeó nada de aquello.

-Llamaré al médico, creo que algo malo te pasa.

Recordó que podía negar con la cabeza y antes de que se levantara de su lugar le tomó la mano y negó fuertemente.

-Oh, eso es bueno-le sonrió- ¿Necesitas algo?

Hizo lo mismo.

El castaño miraba curioso al chico que tenía en frente, no entendía porqué sólo asentía y negaba con la cabeza. De pronto algo en su mente le dio la respuesta

-Oye... ¿No puedes hablar?

Haruka asintió aceptando que su voz, la que muchos amaron ya nunca estaría.

-Ya veo...

El príncipe se mostró desilusionado

-¡Es cierto! No me he presentado, soy Makoto Tachibana. Un gusto

Y ahí estaba la razón por la cual el tritón hizo aquella locura, la hermosa sonrisa del chico por nombre Makoto. Le devolvió el gesto, por dentro el ojiazul moría de felicidad

-¡Oh! me pregunto cuál será tu nombre... ¡ya sé! le diré a Rei que te enseñe el lenguaje de señas, así podrás decirme tu nombre- El chico parecía ilusionado.

Haru lo miraba como si el castaño fuera la cosa más preciada del mundo, deseaba internamente que se llegara a enamorar de él. Realmente ese fue su deseo.

-Vamos-volvió a hablar- De seguro tendrás hambre ¿Verdad?

Haru asintió y se levanto de su lugar pero al dar el primer paso un fuerte dolor lo recorrió desde sus dedos hasta su espalda, se tabaleó y mostró una clara señal de no poder soportarlo. Makoto de inmediato se le acercó para saber su problema.

-¿Qué pasa?

Haru lo miró asustado, no quería que se preocupara por él así que, simplemente negó con la cabeza y continuó dando pasos hasta llegar a la puerta. Sentía como si un tiburón lo mordiera, como si le pincharan miles y miles de peces espada, como si un erizo se le incrustara. Comenzaba a dar leves protestas pero no podía quejarse, quería estar con el ojiverde y si eso significaba tener aquel dolor, pues bien. Lo aceptaría.

El castaño lo miraba preocupado, pero no dijo nada, caminó al lado del pelinegro atento de cualquier señal de que pudiera caerse. Finalmente, llegaron a un gran comedor en donde varios sirvientes los esperaban para servirles la comida.

A Makoto le pareció divertido que su invitado sólo comiera verdura, y al parecer caballa. Le platicó de él puesto que el pelinegro no podía hablar y ni siquiera sabía su nombre, ansiaba ver a Rei para que le enseñara las señas y poder platicar los dos, puesto que el ya no las recordaba no podía mostrarle.

Aquella tarde fue divertida para ambos ya que Haru le parecía asombroso las aventuras de Makoto, y el castaño le parecía divertido como el ojiazul trataba inútilmente de usar los cubiertos adecuados.

Todo parecía ir bien para el tritón, ya que, poco a poco con el pasar de los días no podía evitar seguir enamorándose del príncipe. Sólo deseaba que aquel sentimiento fuera correspondido.

La sirenitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora