Soporto miles dolores para estar a su lado.

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Antes de leer: Lo que esté "entre comillas" quiere decir que haru habla por medio de señas.

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El tritón había logrado aprender muchas palabras, incluso fue capaz de deletrear su propio nombre, Rei era un buen maestro, le enseñó a leer y escribir idioma humano, además Makoto estudio con él para apoyarlo.

Nunca en su vida le había gustado que le llamaran "Haru" pero el castaño la hacía parecer tan especial que simplemente se le iba el corazón. Tomaba clases de pintura, parecía irle bastante bien, dibujó a su amigo Abandon y la nostalgia se posó en él. ¿Qué haría ahora su pequeño amigo?

Escuchó pasos acercarse al otra lado de la puerta y vio entrar a Makoto. No pudo evitar soltar una gran sonrisa al verlo, el castaño se dio cuenta de aquello y le correspondió el gesto.

-Oye Haru... ¿Te gustan los bailes?

El ojiverde lo miraba con singular curiosidad.

"No los conozco"

Respondió Haruka con sus manos.

Makoto lo pensó un momento para luego hablar.

-¡Bien! entonces, dentro de tres días se hará un gran baile para que los conozcas, verás... cierta persona que es muy importante para mi regresará de un viaje que hizo y yo... quiero recibirlo bien.

Haru asintió con la cabeza y observó el rostro del príncipe, parecía tener un raro brillo en sus ojos y un rubor leve en sus mejillas. Sin poder evitarlo su corazón dolió, le oprimía el pecho una molesta sensación, sentía que algo no saldría bien.

-¿A quién dibujas?-el castaño se puso a su lado.

"A un amigo"

-¿Un amigo cangrejo? Que tierno...- Se alejó en dirección a la puerta-Bueno Haru, iré a hacer los preparativos para que todo esté listo. Te veré mas tarde.

El chico se fue y Haru se sintió solo... pensó que tal vez... no podría estar a su lado para siempre.

Los siguientes días fueron un ajetreo, cosas de aquí para allá, mucha comida llegaba, él se dedicaba a mirar todo con curiosidad, asombrado por ver a las personas tan alteradas. Fue a buscar a Makoto en aquel cuarto rodeado de libros y papeles, pasaba mucho tiempo ahí y pensó que pasar un rato con él no sería mala idea.

Lo vio en la silla leyendo algo y entro por el umbral. El más alto lo miró ante su llegada y le sonrió.

-Hola Haru. ¿Ha pasado algo malo?

Negó con la cabeza.

-Ya veo... ¿A qué se debe el honor de tu visita?

"Estaba aburrido"

Makoto rió.

-Claro...

Entonces por la mente de Haru apareció cierta pregunta. Le tocó el hombro para que lo viera.

"¿Cómo es esa persona tan importante para ti?"

El ojiverde se sonrojó.

-Bueno Haru... él es amable pero no suele ser paciente... incluso gruñón pero tiene unos lindos ojos. De un color azul... él me encontró cuando yo quedé perdido por la tormenta. Se lo agradezco mucho sabes, el que me haya rescatado.

Haru lo miraba incrédulo. ¿Qué? ¡Él lo había salvado, no otra persona! pero en vez de mostrar un rostro molesto su miarada era afligida, dolida, como su alma. No hizo gesto alguno y salió de aquella habitación para irse directo a la suya, no quería ver a nadie porque sabía que la mirada y el tono de voz de Makoto al recordar a esa persona decían que estaba enamorado. Lo perdería pero se sentía un tonto al pensar aquello, es decir, nunca fue suyo. No debía llorar, no lo haría, él no...

Pero las lágrimas fluyeron de sus ojos, revelando la verdad de su cuerpo, corazón y alma.

La sirenitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora