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Me separé tan rápido y tan bruscamente que mi cabeza chocó contra la pared a mis espaldas y me quedé muy quieta sintiendo mis manos y el resto de mi cuerpo completamente temblorosos, mis mejillas cosquilleando posiblemente llenándose de un fuerte sonrojo, dudé por un momento en si debía correr o reírme de vergüenza como si hubiese sido solo una travesura, pero solo lo observé esperando su reacción.

Mierda, ¿qué hiciste Diara?

Austin abrió los ojos lentamente pareciendo un poco desenfocado, sus mejillas y el resto de su rostro comenzaron a tintarse de rojo, sus ojos verdes parecían más brillosos al mirar fijamente los míos.

—Lo siento —dije sintiendo mi lengua conectarse con mis pensamientos acelerados—, perdón por cómo te traté, perdón por... Porque no sé cómo tratar con chicos o con sentimientos, creí que querías dejarme, no quiero que me dejes, eres la única compañía que tengo y... y...

Él se echó hacia adelante, su intromisión a mi espacio personal me hizo borrar todo pensamiento coherente y pude ver una ligera sonrisa en sus labios.

—Aquí estoy, no vas a perderme —susurró, sentí sus labios rozar los míos haciendo que mi corazón de por sí desenfrenado siguiera latiendo con fuerza.

Cerré los ojos cuando ahora fue él quien terminó de acortar la distancia que nos separaba y me besó, con calma, sin apuro, como si tuviéramos todo el tiempo del mundo. Abrió su boca y obligó mi boca a abrirse con su lengua, sentí todo mi cuerpo estremecerse y me impulsé hacia adelante necesitando sentirlo más cerca cuando mordió mi labio inferior, sus manos fueron a mi cintura y yo sin detenerme a pensarlo abrí mis piernas colocándolas a cada lado de su cadera para poder sentarme sobre él y besarlo más a gusto.

El momento comenzó a volverse mucho más íntimo cuando sentí su respiración acelerarse y sus dedos clavarse débilmente sobre mi camisa.

—Hey, espera... —murmuró apenas pero amortigüé sus palabras cuando ahora fui yo quien comenzó a volver el beso más demandante, necesitando mucho más de él, no quería que este momento acabara nunca.

Sentía que ya nada importaba, solo nosotros.

Moví mis caderas sobre las suyas y él se echó un poco hacia atrás pareciendo de repente tímido, me incliné hacia adelanté y él perdió el equilibrio tumbándose de espaldas, ahora yo estaba completamente sobre él, un extraño calor comenzó a invadir mi cuerpo y metí mis manos dentro de su camisa para poder sentir su piel bajo la palma de mis manos, era sorprendentemente fría, lo sentí estremecerse y en un ágil movimiento nos volteó de modo que ahora estaba sobre mí y rompió el beso pegando su frente a la mía.

Mi respiración estaba tan acelerada que sentía que había corrido un maratón, Austin enfocó sus ojos en los míos y sus labios levemente hinchados se estiraron en una pequeña sonrisa.

—Diara no me violes por favor.

Por un momento me distraje al escucharlo decir mi nombre, creo que nunca lo había hecho. Fruncí el ceño y sentí mis mejillas sonrojarse.

—Creí que también querías besarme —dije haciéndome la victima aun sabiendo que prácticamente me le aventé encima de manera descontrolada.

—Quiero hacer muchas cosas contigo —dijo—, pero hay que tomarlo con calma...

Yo no quiero tomarlo con calma.

Quise refutar, pero él tenía razón, debíamos tomarlo con calma, aclaré mi garganta y afirmé con la cabeza en respuesta. Él se levantó de encima de mí y se acostó a mi lado de modo que ahora ambos mirábamos el techo, por un momento permanecimos en silencio hasta que decidí que era tonto avergonzarme de mis impulsos, era obvio que lo deseaba y lo quería con rara locura y no iba a avergonzarme de ello.

Comencé a hablar con él de manera normal diciéndole lo que había ocurrido con mi madre, él pareció un poco distante al principio, pero luego comenzó a tranquilizarse y todo volvió a la normalidad entre nosotros.

O al menos eso pensé, hasta que él dijo:

—Diara, descubrí algo acerca de ti...

Me había quedado muy atenta escuchándolo sin comprender, cuando de repente escuchamos un fuerte golpe provenir de la cocina, me levanté enseguida al mismo tiempo que Austin intentando ver si el sonido se repetía, y fue cuando escuché el grito de la señora Carmen.

Ella nunca había gritado, o por lo menos nunca la había escuchado gritar todos estos años que tenía trabajando con nosotros.

Sin detenerme a pensar o a despedirme de Austin corrí escaleras arriba sintiendo mis manos temblar de temor esperando encontrarme con lo peor.

Y pasó, me encontré con lo peor.  

Él está en el sótano [Completo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora