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No entendía qué estaba pasando, pero sin duda todo era muy extraño. Terminé de leer el párrafo sintiendo una rara curiosidad por saber más de él y decía: 

“... Curiosamente, ella sabía mi nombre porque encontró mi diario. Dice que eso puede ser del futuro, o tal vez mi futuro en su futuro, ¿Qué tan extraño puede ser eso?”

Muy extraño Austin Bell, demasiado diría yo.

Intenté pasar la siguiente hoja, pero el resto estaba en blanco,  ¿Qué clase de diario era este? Me dejó con más dudas de las que ya tenía.

—Dia —me sobresalté cuando Carmen entró a la habitación sin tocar como tenía por costumbre—, la cena está lista.

Me gustaba que abreviara mi nombre con simplemente “Dia” en vez de Diara, era irónico que exactamente el día fuera lo que me hiciera daño.

Intenté actuar normal y dejé el libro a un lado, no era anormal que siempre me encontrara leyendo, era lo único que podía hacer en la casa donde no había señal ni wifi, igual nunca fui de esas de tener mucha vida social, no recordaba ni siquiera haber tenido una amiga, lo sé, mi vida era deprimente, vivía a través de los libros y creo que estaba feliz con eso.

—Ya bajo —respondí saltando de la cama, la señora Carmen me miró pareciendo suspicaz y entrecerró los ojos cuando comencé a acercarme. 

—Estás demasiado sonrojada —dijo en tono acusador, su mano fue a mi frente para medirme la temperatura—, no tienes fiebre... ¿Andas leyendo cosas eróticas?

—No. —dije rápidamente y lo pensé por un momento:— Es decir, una romántica historia de amor con un beso muy intenso y bien descrito no se puede clasificar como erótico.

No podía arriesgarme a que viera el libro que había encontrado y descubriera que había estado en el sótano, estaba segura que le diría a mi padre. Carmen alzó una ceja y me dio una palmada en el trasero.

—Bajemos a comer —dijo—, espero que hayas terminado la tarea, mañana te lo revisaré.

Giré los ojos quejándome por su descaro, pero ella estaba acostumbrada a hacerlo. Carmen era más que mi ama de llaves, era incluso más que mi nana, ella me enseñaba cosas de la preparatoria, inglés, piano y un poco de italiano, además de que limpiaba en la casa y preparaba la comida, ella era lo más parecido que tenía a una madre porque mi madre real era una mierda. 

No es que la odiara, pero la razón por la que nos mudamos de la ciudad fue porque mi madre comenzó a volverse depresiva, desde que mi hermana huyó de casa con su novio motociclista fue como si mi madre se hubiera desestabilizado y cayó en depresión, mi padre creyó que el agite de la ciudad la volvía así y consiguió esta casa en buen precio, pero todo empeoró cuando nos mudamos, ella comenzó lento, primero unas pocas pastillas y antes de darnos cuenta era una adicta muy agresiva, una vez intentó apuñalarme... pero nunca me gustó recordarlo, desde ese momento mi padre se encargó de meterla en un centro de rehabilitación.

Y desde entonces, mi padre casi no paraba en casa, a veces venía a buscar unas cosas y se iba a su trabajo, desde mi enfermedad tenía casi dos meses sin verlo, a veces sentía que querían deshacerse de mi o alejarse, como si mi enfermedad fuera contagiosa, pero al menos Carmen estaba ahí para mí, diciéndome que mi padre era una persona demasiado ocupada y mi madre simplemente tenía problemas mentales.

Si no fuera por mi enfermedad, hubiera huido de la casa hacía mucho tiempo atrás.

En la cena, Carmen colocó algo de música, me encantaba la música clásica, me relajaba, pellizqué un poco de la ensalada pero pensar en lo que había ocurrido en el sótano realmente me dejaba sin apetito.

—Carmen, ¿tú crees en fantasmas? —pregunté rompiendo el raro silencio.

—Por supuesto —dijo sin pensarlo mucho—, siempre existe un más allá, el cielo, el infierno, Dios... todo es real.

Lo pensé por un momento, Austin Bell no parecía estar en el cielo o en el infierno, tal vez solo estaba aquí, pero estancado en su época... aunque no parecía de otra época.

—¿Y qué ocurriría si existieran dos dimensiones? —Ella frunció el ceño sin entender entonces me adelanté a explicar: —Que de alguna forma, alguien del pasado se comunique con el presente en el mismo lugar.

Ella pareció masticar lentamente el pollo y negó con la cabeza pareciendo no tener respuesta.

—Eso sería muy extraño —se limitó a decir y el resto de la cena solo nos sumimos al silencio, pero la duda seguía carcomiendo mi cabeza.

Me fui a acostar temprano, pero no conciliaba el sueño, así que esperé a que Carmen se fuera a dormir y entonces... volví a bajar al sótano.

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★*★
El capítulo más largo que he subido, estaba inspirada...😂😂😂

Nos leemos el próximo fin de semana

Él está en el sótano [Completo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora