Epílogo

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Baja de la camioneta apurado despidiéndose de Robert de forma apresurada, acción que le causaba gracia a Robert pero se lo deja pasar...

Como puede sostiene los cuatro regalos que traía con una sola mano, para con la otra digitar la clave y al mismo tiempo desactivar alarma y así poder entrar a casa como sorpresa.

Al ingresar a casa no alcanza a dar pasos para llevarse la sorpresa él.

Su primogénito ya se encontraba esperándolo sosteniendo un carrito de juguete y una sonrisa causada al verlo.

Sebastián no entendía como sabía su hijo siempre el momento perfecto en el que llegaría, cada vez que llegaba de alguna parte, ahí estaba su hijo esperando por él.

no dudó en dejar los regalos en el piso para acercarse alzar a su pequeño hijo Emiliano de 4 años.

- ¡hijo!-lo estruja entre sus brazos en un cariñoso abrazo haciendo sonreír al pequeño que devolvía el abrazo- Emi ¿cómo te has portado con tu madre?¿si la cuidaste como prometiste? - observo los ojos de su hijo, los mismos suyos, era una réplica de sus ojos.

- si papá.-asentía el niño con mucho juicio, enternecido Sebastián volvió abrazarlo- a mamá y a hermanita las cuide como el hombre de la casa- esto último hizo reír a carcajadas a Sebastián.

Siempre le decía a su primogénito que cuando le tocara atender un asunto de trabajo él quedaba a cargo de las mujeres de la casa, y su hijo parecia que se lo tomaba bastante enserio.

- vamos a saludar a las mujeres de nuestra vida-se inclino a recoger los regalos, mucho más difícil, pero no iba por nada del mundo dejar de cargar a su hijo, quien paso una manito por su cuello y a la vez dejaba un beso en su mejilla. Emiliano había heredado la personalidad de su madre, ambos eran muyy cariñosos.

Ese pequeño acto dejó lleno de amor a Sebastián, Emiliano había llegado hace 4 años a su vida para hacer todo mejor, la relación con Lú, su vida, y sobretodo asi mismo. Sabía cuando miraba sus mismos ojos, pero en su hijo, que sería su mejor amigo, su parcero de por vida.

-¡Emiliano! Ven aquí mí amor.-los llamados de Lú los hace sonreír a los dos y mirarse de manera complice.

Y también los guía a caminar hacia la cocina.

Sebastián se detuvo ante lo que observó, lo más perfecto de su vida.

Sentía derretir su corazón al observar lo que tenía frente a él, Su amada mujer con su cabello recogido algunos mechones rubios se escapaban de ese recogido adornando su preciosa cara, un short y blusa que dejaba al descubierto sus delicados hombros pero un delantal tapaba más de los que hubiera querido.

Estaba frente a su hija brindándole compota con mucha concentración mientras hacía cara graciosa.
siempre le causaba gracia ver a Lú hacer aquellos gestos como si ella también estuviera comiendo, no se daba cuenta de ello, pero tampoco le gustaba aceptarlo, así que, siempre le bromeaba con eso.

- vamos Luciana una más.- la niña hacia mueca de disgusto negándose a la petición de su madre

-¿por papá? -intento Lú una vez más.

Y esta vez lo logró, cuando Sebastián no estaba, siempre le funcionaba esa táctica. le sonrió a su hija orgullosa de si misma por haber logrado que comiera, una cucharada más.

Lú recordó lo que tenía en la estufa, corrió para apagarla y salvar lo que estaba sobre ella, el almuerzo.

Aquel olvido hizo reír a sus hijos, y poner al descubierto la presencia de Sebastián.

Sus miradas se cruzaron y se estacionaron sobre la otra, se observaban con el mismo amor y deseo de siempre. La sonrisa de Lú le hizo saber que estaba donde tenía que estar, en su hogar, con su familia, con los amores de su vida.

LO IMPOSIBLE,¿ES POSIBLE?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora