Dione retrocedió bruscamente. Sus ojos dorados centelleaban.
—¿Es que todos los hombres usan la fuerza cuando una no está dispuesta? —dijo con los dientes apretados—.Te lo advierto, Harry. Me resistiré. Tal vez no pueda detenerte, pero puedo hacerte daño.
Él se echó a reír suavemente.
—Lo sé —levantó uno de los puños de Dione y se lo llevó a los labios para besarle los nudillos uno a uno—. No voy a forzarte, cariño. Voy a besarte y a decirte lo bella que eres, y haré todo lo que se me ocurra para darte placer. La primera vez fue para mí,¿recuerdas? Pero la segunda es para ti. ¿No crees que pueda demostrártelo?
—Intentas seducirme —le espetó ella.
—Mmm.¿Y funciona?
—¡No!
—Maldita sea. Entonces tendré que probar con otra cosa, ¿no? —volvió a reírse y le besó la muñeca—. Eres tan dulce hasta cuando te enfadas conmigo...
—¡No estoy enfadada! —protestó ella, casi ofendida por su cumplido—. Yo no tengo nada de dulce.
—Tienes un olor dulce —repuso él—.Y un sabor dulce. Y tu tacto es un dulce tormento. Deberías llamarte Champán en vez de Dione, porque me embriagas tanto que apenas sé lo que hago.
—Embustero.
—¿Qué hacía para divertirme antes de conocerte? —preguntó con sorna—. El escalar montañas no es nada comparado con pelearse contigo.
Ella no podía soportar el regocijo de su voz. Estaba confusa y angustiada, pero a él todo aquello parecía hacerle gracia.
Giró la cabeza para ocultar sus lágrimas.—Me alegro de que todo esto te divierta tanto —masculló.
—De ese hablaremos luego —dijo Harry, y la besó.
Ella permaneció rígida entre sus brazos. Se negó a permitir que su boca se ablandara y se amoldara a la de él, y al cabo de un momento Harry se apartó.—¿No me deseas ni un poquito? —musitó mientras frotaba la nariz contra su pelo—. ¿Te hice daño anoche? ¿Es eso lo que pasa?
—¡No sé lo que pasa! —gritó ella—. No entiendo lo que quiero, ni lo que quieres tú. Estoy fuera de mi elemento, y no me gusta —la frustración que sentía, tanto consigo misma como con él, afloró burbujeando. Pero sólo era la verdad. Estaba tan confundida que nada la complacía. Acumulaba agresividad, pero no tenía una espita para darle salida.
Había sido violada y maltratada, y aunque habían pasado muchos años, sólo ahora empezaba a aflorar la ira que había mantenido congelada en su interior. Quería hacerle daño, golpearle, porque era un hombre y simbolizaba lo que le había ocurrido, pero sabía que era inocente, al menos de eso. Harry, sin embargo, la había dominado la noche anterior, la había manipulado con sus mentiras y sus verdades, y ahora intentaba doblegarla de nuevo.
Le apartó furiosamente de un empujón, tumbándolo de espaldas. Antes de que pudiera reaccionar, se montó a horcajadas sobre él. La fuerza de sus emociones daba a su rostro una expresión pagana.—Si se trata de seducir, seré yo quien lo haga —le dijo con rabia—. Maldita sea, no te atrevas a moverte.
Los ojos verdes de Harry se agrandaron, y una profunda comprensión atravesó su rostro.
—No me moveré —prometió con cierta aspereza. Dejando escapar un gemido sensual, ella lo asaltó usando sus manos, su boca, todo su cuerpo.
Siempre se le había negado la sexualidad de un hombre, pero ahora aquel hombre se ofrecía con los brazos en cruz, como un sacrificio, y ella exploró su cuerpo con voracidad. Conocía ya casi todo su cuerpo; la tersa fortaleza de su musculatura bajo los dedos; la aspereza del vello de su pecho y sus piernas; el olor masculino que saturaba su olfato. Le mordisqueó las orejas, la barbilla, la boca, y conoció también su sabor; apretó los labios contra la suavidad de su frente y sintió el loco golpeteo de su pulso. Le besó los ojos, la recia columna del cuello, la ladera de los hombros, el hueco sensible del codo.
Las manos de Harry temblaron cuando le lamió las palmas, y dejó escapar un gemido cuando le chupó los dedos.
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Amanecer contigo- H.S.
RomanceEl accidente que despojó temporalmente a Harry Remmington de la capacidad de andar le arrebató también el deseo de vivir. Hacía falta una mujer cuya alma estuviera tan paralizada como el cuerpo de Harry para devolverle el gusto por la vida. ...