Capítulo 10

59 2 0
                                    

Dione retrocedió bruscamente. Sus ojos dorados centelleaban. 

—¿Es que todos los hombres usan la fuerza cuando una no está  dispuesta? —dijo con los dientes apretados—.Te lo advierto, Harry. Me resistiré. Tal vez no pueda detenerte, pero puedo hacerte daño.
 
     Él se echó a reír suavemente.
 
—Lo sé —levantó uno de los puños de Dione y se lo llevó a los  labios para besarle los nudillos uno a uno—. No voy a forzarte,  cariño. Voy a besarte y a decirte lo bella que eres, y haré todo lo que  se  me  ocurra  para  darte  placer.  La  primera  vez  fue  para  mí,¿recuerdas?  Pero  la  segunda  es  para  ti.  ¿No  crees  que  pueda  demostrártelo?
  —Intentas seducirme —le espetó ella. 
—Mmm.¿Y funciona? 
—¡No! 
—Maldita sea. Entonces tendré que probar con otra cosa, ¿no?  —volvió a reírse y le besó la muñeca—. Eres tan dulce hasta cuando  te enfadas conmigo... 
—¡No  estoy  enfadada!  —protestó  ella,  casi  ofendida  por  su  cumplido—. Yo no tengo nada de dulce. 
—Tienes un olor dulce —repuso él—.Y un sabor dulce. Y tu  tacto es un dulce tormento. Deberías llamarte Champán en vez de  Dione, porque me embriagas tanto que apenas sé lo que hago. 
—Embustero. 
—¿Qué hacía para divertirme antes de conocerte? —preguntó  con sorna—. El escalar montañas no es nada comparado con pelearse  contigo. 
 
      Ella no podía soportar el regocijo de su voz. Estaba confusa y  angustiada, pero a él todo aquello parecía hacerle gracia.
      Giró la  cabeza para ocultar sus lágrimas. 

—Me alegro de que todo esto te divierta tanto —masculló.
  —De ese hablaremos luego —dijo Harry, y la besó.
        Ella permaneció rígida entre sus brazos. Se negó a permitir que  su boca se ablandara y se amoldara a la de él, y al cabo de un  momento Harry se apartó. 

—¿No me deseas ni un poquito? —musitó mientras frotaba la  nariz contra su pelo—. ¿Te hice daño anoche? ¿Es eso lo que pasa?
—¡No sé lo que pasa! —gritó ella—. No entiendo lo que quiero,  ni lo que quieres tú. Estoy fuera de mi elemento, y no me gusta —la  frustración  que  sentía,  tanto  consigo  misma  como  con  él,  afloró  burbujeando. Pero sólo era la verdad. Estaba tan confundida que  nada la complacía. Acumulaba agresividad, pero no tenía una espita  para darle salida.
   
       Había sido violada y maltratada, y aunque habían  pasado muchos años, sólo ahora empezaba a aflorar la ira que había  mantenido congelada en su interior. Quería hacerle daño, golpearle,  porque era un hombre y simbolizaba lo que le había ocurrido, pero  sabía que era inocente, al menos de eso. Harry, sin embargo, la había  dominado la noche anterior, la había manipulado con sus mentiras y  sus verdades, y ahora intentaba doblegarla de nuevo.
       Le  apartó  furiosamente  de  un  empujón,  tumbándolo  de  espaldas. Antes de que pudiera reaccionar, se montó a horcajadas  sobre él. La fuerza de sus emociones daba a su rostro una expresión  pagana.

  —Si se trata de seducir, seré yo quien lo haga —le dijo con  rabia—. Maldita sea, no te atrevas a moverte. 

      Los  ojos verdes de  Harry se  agrandaron,  y  una  profunda  comprensión atravesó su rostro. 

—No me moveré —prometió con cierta aspereza. Dejando escapar un gemido sensual, ella lo asaltó usando sus  manos,  su  boca,  todo  su  cuerpo. 
 
       Siempre  se  le  había  negado  la  sexualidad de un hombre, pero ahora aquel hombre se ofrecía con los  brazos en cruz, como un sacrificio, y ella exploró su cuerpo con  voracidad. Conocía ya casi todo su cuerpo; la tersa fortaleza de su  musculatura bajo los dedos; la aspereza del vello de su pecho y sus  piernas; el olor masculino que saturaba su olfato. Le mordisqueó las  orejas, la barbilla, la boca, y conoció también su sabor; apretó los  labios contra la suavidad de su frente y sintió el loco golpeteo de su  pulso. Le besó los ojos, la recia columna del cuello, la ladera de los  hombros, el hueco sensible del codo. 
      Las manos de Harry temblaron cuando le lamió las palmas, y  dejó escapar un gemido cuando le chupó los dedos. 

Amanecer contigo- H.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora