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El chico fastidioso se encontraba lo suficientemente ocupado tallando algo en madera como para notar que Anne estaba frente a él. Ella, curiosa, puso atención a el empeño que el muchacho le ponía a su trabajo y se preguntó por un momento el por qué no la pasaba así de entretenida y concentrada con los que verdaderamente le gustaba hacer.

-¿Terminaste? -preguntó cuando la notó ahí.

Ella asintió.

-¿Estás haciendo un violín?

-Sí -respondió algo apenado, al parecer era un hobby secreto.

-¿Puedo verlo?

Él dijo que sí.

-Quedará así -dijo juntando ambas piezas como demostración.

Anne sonrió impactada.

-¿Lo has hecho todo tú? ¿A mano?

-Así es.

-¡Impresionante!

-La forma es la misma desde hace trescientos años, el sonido depende de la habilidad del luthier -lo dejó a un lado y empezó a tallar otra cosa.

Anne volteó a ver la baranda que había visto cuando entró minutos antes.

-¿También hiciste todos esos?

-¡No! -respondió- Aquí se da un curso para hacer violines.

-Pero ¿alguno de estos es tuyo?

-Sí -dijo tímido.

-¿Cual?

-Aquel -señaló el primero a la derecha y se giró para continuar con lo que estaba haciendo.

-¿Lo hiciste tú? Parece magia -dijo maravillada.

-¿Cómo puedes decir eso sin reírte? -preguntó el muchacho las mejillas rojas.

-¿Por qué? Es lo que pienso.

-Cualquiera puede hacerlo -dijo tratando de no aceptar los elogios de la chica, entonces miró la figurita de madera que estaba tallando y suspiró-. Tengo mucho que aprender.

Ella frunció el ceño, pero luego sonrió con tranquilidad y se acercó a su mesa de trabajo.

-Sabes tocar ¿no? -preguntó con sus manos tras su espalda.

-Un poco -respondió sin verla a los ojos.

-¿Podrías tocar algo? -preguntó juntando sus manos en forma de súplica- ¡Por favor!

-Creo que no es buena idea...

-Por favor, ¡por favor!

-Pero tendrás que cantar -dijo acercándose a ella.

Su rostro de emoción cambió a uno de confusión.

-¿Yo? No tengo oído musical.

-¡Perfecto! -respondió él sacando su violín del estuche.

Lo tomó de manera delicada y empezó a tocar las primeras notas de una canción que al principio Anne no logró reconocer, pero en cuanto lo hizo retrocedió dos pequeños pasos completamente apenada. El chico la miró a los ojos.

-¿Que esperas? Canta, conoces esta canción.

Anne abrió su boca poco a poco, hasta que las primeras notas de «Country Roads» empezaron a salir de sus labios, el muchacho guiñó uno de sus ojos, ella sacudió la cabeza para unos pocos segundos después sonrojarse completamente. Él tocó con todo el sentimiento del mundo mientras que ella, al ritmo de la música y el sonido de sus palmas cantó con tal emoción que los tres hombres que entraron a la casa detuvieron su conversación por unos minutos solo para escuchar las melodías que maravillaban sus oídos. El dueño de la tienda le pidió a sus dos amigos que bajasen cuidadosamente hasta el taller. Los jóvenes estaban tan concentrados en la canción que no notaron la presencia de los hombres mayores hasta que éstos empezaron a tocar otros instrumentos haciendo que la escena se convirtiese en un verdadero concierto sin público.

De verdad que todo parecía magia.

-¡Ha sido muy divertido! -dijo el dueño de la tienda cuando terminaron.

-Soy Anne Shirley-Cuthbert, les doy muchas gracias por todo -sonreía tanto que parecía haber olvidado por completo todos sus problemas.

-Esperaba que volvieras -dijo el anciano, se giró a ver a los dos hombres junto a él-. Ellos son mis amigos músicos.

-Cantas bien -dijo un hombre de bigote extendiéndole la mano a la chica-. ¿Así que eres la afortunada que estaba aquí cuando arregló el reloj?

-Gilbert tiene amigas bonitas -agregó el otro hombre.

Anne se sobresaltó impactada.

-¿Gilbert? -murmuró, entonces giró su mirada a él con el color de sus mejillas aumentando poco a poco- ¿Eres Gilbert Blythe?

-Sí -respondió él-. ¿No te había dicho mi nombre?

Ella negó rápidamente.

-¡No! Allá afuera dice «O'Connell.»

-Es el apellido de mi abuelo -respondió confundido-, el mío es Blythe.

-¡No! Primero, el mundo se me hunde y ahora el cielo se derrumba sobre mí -dijo con un dramatismo exagerado.

Gilbert estaba el triple de confundido.

-¿Que importa como me llame?

-¡Sí que importa! ¡Tú me has llamado por mi nombre y apellido!

-¡Tú tampoco me lo preguntaste! -dijo Gilbert.

-¡No tuve la oportunidad! -soltó aire- La imagen que tenía de Gilbert Blythe...

-¿Qué? -preguntó él frunciendo el ceño.

-Era de alguien más tranquilo y amable -finalizó.

-Lees demasiados libros.

-¡Mira quien habla!

Los tres hombres mayores soltaron una carcajada, el chico suspiró y la vio a sus ojos confusos pensando en si sería buena idea preguntarle si podía acompañarla a casa.

「𝐖𝐡𝐢𝐬𝐩𝐞𝐫 𝐨𝐟 𝐭𝐡𝐞 𝐡𝐞𝐚𝐫𝐭 ; 𝐀𝐧𝐧𝐞 × 𝐆𝐢𝐥𝐛𝐞𝐫𝐭」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora