Entramos. Hace muchísimo frío. El suelo estaba congelado y teníamos los piés helados.
Íbamos a coger un fuerte constipado si no saliamos de allí pronto.
La nieve era resbaladiza pero conseguimos mantenernos en pie. Pero de repente, Helena se cayó al suelo.
-¡Helena! —gritamos
-Seguid sin mí. Lo siento —dijo ella
Helena estaba pálida y tiritando de frío.
-No te vamos a dejar aquí tirada. Vendrás con nosotros cueste lo que cueste —dije
-Pero seré un estorbo para vosotros. Me duele todo y estoy muerta de frío. Dejadme aquí, por favor —dijo ella tiritando
Me hice el sordo con aquellas palabras. La levanté del suelo y apoyé su brazo en mi hombro derecho.
-Vas a salir de aquí. No te preocupes.
Sandra cogió el otro brazo de Helena y lo puso sobre su hombro izquierdo.
Estaba claro que después de lo que habíamos hecho para salvarla de aquel incendio no podíamos dejarla tirada.
Continuamos nuestro camino pero.....
¡¡SOCORRO!! ¡¡AHH!!
Escuchamos un grito justo destrás nuestra. Giramos para ver quien era....
¡Vimos desde lejos una gran avalancha de nieve!
Un reno venía galopando muy rápido evitándola.
-¡Mark! ¡Una avalancha! —gritó Sandra aterrorizada
-¡Corred! —grité asustado
Corrimos para evitar aquel desatre. Aquella avalancha alcanzó al reno, quedando atrapado en la nieve.
Continuamos corriendo todo lo rápido que pudimos pero era inútil. La avalancha estaba a punto de atraparnos.
En ese mismo instante se nos pasó por la cabeza la misma idea a Sandra, Sol y a mí.
Cogimos nuestros frascos. Bebimos los tres un pequeño sorbo de cada uno.
Sandra se convirtió en aquel pájaro helado tan brillante, Sol se convertió en un diminuto duende, y yo cree una gran brisa de aire que me elevara hacia arriba para intentar volar.
Sol se subió en la espalda de Mike y volaron muy alto. Sandra y yo les seguimos tan rápido como podíamos.
-¡Helena, Daniel! —gritó Sandra
La avalancha de nieve estaba apunto de atraparlos a ellos dos pero Daniel cogió a Helena velozmente y salieron corriendo gracias a las botas que llevaba.
Nos preocupamos por ellos asi que los seguimos sobrevolando encima de ellos.
Volábamos tan rápido que casi nos chocábamos con algunos árboles.
Ellos corrían por la nieve rápidamente, así que era un poco difícil divisarlos. Pero por un momento había delante nuestra una gran montaña y no podiamos seguir.
Daniel siguió corriendo con Helena a cuestas y se adentraron en un cueva repleta de nieve.
Ya no los podimos divisar. La avalancha seguía arrasando con todo lo que encontraba. Parecía un tsunami.
-¡Se han adentrado en un cueva ¡Y la avalancha les sigue pisandoles los talones! —dijo Sandra
Lo único que podíamos hacer ahora mismo era meternos en aquella cueva. Descendimos hasta ella todo lo rápido que pudimos.
Estábamos un poco cansados de volar tanto tiempo, sobre todo yo, y suponíamos que no quedaba mucho tiempo para que las pociones dejaran de hacer efecto.
-¡Tenemos que alcanzar a Daniel y Helena, volad rápido! —dije
Llegamos hasta la cueva y nos adentramos en ella sin saber que peligros nos podríamos encontrar en ella.
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Las seis puertas
FantasyGrandes sorpresas encontrarás detrás de cada puerta. Abre cada una sin el temor de saber lo que hay dentro. Tesoros, magia, criaturas malignas y muchas cosas más en esta historia magica pero real.