Coraje

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Algunas semanas pasaron y oficialmente los dos jóvenes fueron dados de alta, inclusive insistieron en salir al mismo tiempo del recinto hospitalario, ya que, entraron prácticamente juntos y saldrían juntos. Tal como se habían prometido.

Con el pasar de los días, el nexo entre ambos se fue haciendo cada vez más y más fuerte, era imposible ver al uno sin el otro, asistían a consultas juntos y trataron que se sus días de terapia física fueran en el mismo día y horario. Mientras que Meliodas tenía un avance casi nulo, la platinada había empezado a caminar con un bastón, y aunque parecía que uno le sacaba ventaja al otro, los logros de uno eran los del contrario, funcionando como una unidad y sin dejarse decaer.

Pronto liberaron a Meliodas de fisioterapia porque sus miembros superiores habían recuperado la finura motriz e inmediatamente reanudaron los estudios para el planteamiento de una solución quirúrgica a su condición, con Elizabeth siempre a su lado, hablándole, calmándolo y centrándolo.

Para Agosto de ese mismo año, tomando todas las precauciones y con los mejores especialistas en el área a cargo de su caso, Meliodas ingresa a cirugía, para reparar los daños vertebrales e intentar devolverle la movilidad de sus miembros inferiores. En la sala de espera, estaban Gelda, los Demon y todos los Liones, rezando y apoyando moralmente la lucha de sus hijos, porque esa batalla no era solo del rubio, también era de Elizabeth.

Varias horas de cirugía pasaron rápidamente, cuando por fin el cirujano líder salió del pabellón, retirándose el tapabocas y gorro quirúrgico, los primeros en abordarlo fueron los padres del rubio, mientras Elizabeth se quedó estática en su silla, escrutando el rostro del cirujano. Y cuando una sonrisa apareció en el rostro del doctor, la tensión de la joven fue mágicamente removida de su cuerpo.

Poco después subieron al primogénito Demon a una habitación en cuidados intensivos, donde pasaría al menos un par de días. Durante la estancia del ojiverde en la UCI los pronósticos positivos abundaban ya que el daño había sido reducido en un 80% dándole a Meliodas una excelente posibilidad de regresar a su capacidad motora original.

Los cuidados post-operatorios fueron extremadamente rigurosos, coordinados por los doctores Demon y vigilados por la “enfermera personal” del paciente, su adorada no novia, Elizabeth. Ella ya caminaba correctamente, pero sufría las secuelas de las grandes lesiones en sus pies, aunque eso no la detenía de cuidar con extrema dedicación de su amado ojiverde.

El tiempo prudencial de recuperación transcurrió y la fisioterapia fue el siguiente paso, por unos días pareció haber una mejoría, pero luego de intensas semanas de sesiones terapéuticas sin que Meliodas lograra mantenerse en pie por si solo y mucho menos dar un paso nuevamente, todo se hundió.

 La esperanza se perdió, al parecer, Meliodas pertenecía al ínfimo porcentaje de error, a aquellos que no se recuperarían de su lesión. Él no volvería a caminar.

Diciembre se presentó con un gusto amargo para la familia Demon, quienes, ya resignados, reacondicionaron su hogar para el nuevo estilo de vida de su primogénito. Cuando la noche buena arribó a Madrid los Demon difícilmente tenían ánimos para celebrar, por lo tanto, optaron por realizar una cena sencilla, sin invitados. Pero pasadas las doce, las puertas del hogar se abrieron para dar la bienvenida a una angelical platinada, que con sus palabras y buena disposición logró animar un poco la noche de la abatida familia.

Era pasada la madrugada y pronto los padres de la joven pasarían por ella, pero antes de eso, ella se acercó prudentemente al ventanal que Meliodas había elegido para aislarse del grupo, parada junto a él guardó silencio por algunos segundos, viendo el delicado caer de los copos de nieve que se amontonaban en el suelo.

Vive por mi ♥Melizabeth♥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora