Editar Capítulo 19 - Bienvenida al lado oscuro.

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— Acepto, Maalik —sentenció firmemente y sintiéndole cada vez más cerca —Me uno a ustedes.
~ ~ ~

— ¿Entonces solo hizo falta que el simio de Maalik hablase contigo para que aceptases? —Cuestiona Bes, con un rostro indignado —Diablos, Eleonor.

Este se encontraba tirado o como él dice "recostado", en el suelo en la plena entrada de la casa.

— Atenea —corrijo rápidamente.

Tiro mi mochila en el mueble más cercano para luego desplomarme sobre este de lo más exhausta.

Masajeo mi cien levemente tratando de calmar el dolor.

Odio la universidad con todas mis fuerzas.

— ¿Me permiten ofenderme también? —vocifera Lamia, desde la cocina.

— Nunca les dije que no, por favor y además ya me disculpe —puntualizo en un tono de voz calmado —Maalik no hizo nada.

— O sí que hice —Interviene esté tirando su mochila al suelo y desplomándose en el sillón de enfrente.

— Cierra la boca —Gruñó y le detengo en seco con rapidez.

Dionisio intercala la mirada entre nosotros con burla y prosigue devorándose el plato de arroz.

— Solo...-prosigo y me encojo de hombros —Solo tengo que admitir que ustedes tuvieron la razón, aun así pudieron buscar una y mil formas para decírmelo.

O en realidad quiero demostrarle a alguien que ni siquiera está vivo, el que yo si puedo lograr las cosas y enfrentarlas.

¿Demostrárselo a alguien que no está vivo o a ti misma? Dijo aquella vocecita interna en mi cabeza.

Porque aquella noche cuando acepté unirme a ellos, Maalik se limitó a sonreír, dar media vuelta u desaparecer en la oscuridad, dejándome sola a altas horas de la madrugada.

Cosa que agradecí porque me dio tiempo a pensar en las mil cosas que podrían salir mal y en las que yo me estaba involucrando, pero fue demasiado tarde.

— Y por igual, ya te pedimos disculpas por ello —puntualiza Lamia, saliendo de la cocina con una botella de agua.

Esta llega a nosotros y se desploma en el sillón de al lado.

— Juro que odio esto de tener que hacerme pasar por universitaria de nuevo —gruñe llevándose la botella de agua a los labios.

Mi rostro se contrae tan rápido como dice eso.

— ¿Hacerte pasar? —cuestionó.

— Tenemos mucho de lo que hablar, linda —manifiesta, Bes, guiándome un ojo.

Intercaló la mirada del uno al otro y terminó bufando.

— Si estaré aquí con ustedes, por supuesto tengo que saber varias cosas —ironiza en un susurro agotador.

— ¿Cómo que? —cuestiona Maalik.

Alzo la mirada hacia él y sonrió.

— ¿Viven juntos? —alegó soltando la primera pregunta que llega a mi cabeza.

— Creo que es obvio, siempre lo hemos hecho, no tenemos a nadie más, solo a nosotros como familia. —conversa este pasándose las manos por el pelo.

— ¿y quién compró esta casa? —insisto en el tema.

Me muerdo el labio inferior con ligereza y los observo con intriga.

— Existen muchos viajeros que suelen dejar sus casas por uno o dos años —responde Bes recostándose boca arriba en el suelo.

Mi boca se cae al suelo y dirijo la mirada hacia Maalik.

MAALIKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora