Capítulo 18 - Piénsalo, Atenea.

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Los observo espantada y retrocedo lentamente hacia la cabecilla de la cama.

Juro que su actitud me estaba haciendo odiarlos justo ahora.

— ¿Qué Diablos hacen aquí? —chillo con la voz agrietada y en un tono bajo.

¿Por qué cuando les brindaba un brazo de confianza tomaban el cuerpo completo?

— Atenea, te juro que sentimos esto muchísimo, pero...

— Siempre lo están puto lamentado, Lamia —gruñó con fastidio y enojo.

Cuando necesitaba alejarme, ellos parecían volver a mí.

— Necesitamos hablar contigo ahora mismo, Atenea —Manifiesta, Dionisio severo —No podemos aguantarlo más.

Frunzo el ceño desconcertada y observo de reojo el reloj de la mesita de noche.

Dos y media de la madrugada.

Desvío mi mirada hacia ellos y los fulminó.

— ¿Qué Diablos es tan importante para irrumpir a estas horas? —cuestionó furiosa.

Quito las colchas que cubren mi cuerpo, tirándolas a un lado y me deslizó rápidamente por la cama para luego terminar de pie a un lado de esta.

Intercaló la mirada entre los tres idiotas delante de mí y alzo los brazos harta.

— ¿Cómo cojones entraron aquí siquiera? —chillo tratando de mantener la calma.

Me estaban calando hasta puntos los cuales no estaba dispuesta a aceptar.

— Acostumbren a cerrar la ventana de la cocina —puntualiza Bes examinando mi habitación con una mirada atenta.

Mi boca prácticamente se desprende de mí y cae al piso.

Sentía mi estómago revolotearte y mi sangre hervir al ver su jodida actitud tan tranquila.

— Escúchenme bien par de imbéciles...

— ¡No, escúchanos tú a nosotros! —gruñe Dionisio señalándome.

— ¡No y al diablo! —Vocifero a nada de perder los estribos —No sé quién diablos se creen ustedes, pero yo no tengo su estilo, no tengo la manía de actuar como una maldita criminal e introducirme en una casa solo porque algo nos relaciona, nada les da el derecho, esto es pasarse ¡joder! Que no vivo sola, mi madre está aquí.

Los tres quedan perplejos delante mi. Bes había alejado la mirada del vacío para centrarla en mí de una manera que daba lástima.

Con la respiración agitada y los sentimientos a mí, relamo mis labios y niego.

— Esto no puede seguir —sentenció.

¿Qué hubiese pasado si mamá por alguna razón de la vida hubiese estado despierta? Si tan solo los hubiese visto...

Dionisio parpadea repetidas veces y mantiene su semblante frío y serio mientras que Lamia me observa sin expresión alguna.

— Y ni siquiera se esfuercen en decirme que estoy mal —prosigo cansada mientras los señaló con enojo.

— No lo haremos, lo que si haremos es largarnos —sentencia Bes - Lo sentimos si te causamos problemas, tal vez no fue la mejor manera...

— ¿Tal vez? —reprochó con una falsa burla instalada en la voz - Tal vez no, lo fue.

— Tal vez no lo fue, Atenea, pero estamos desesperados —interrumpe Lamia, con el rostro contrario y los labios apretados —No lo aguantamos más.

La observo desconcertada y frunzo el ceño.

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