CAPITULO V

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Varios días habían pasado desde el encuentro entre Candy y Terry y la Rubia no podía alejar de su mente el instante en que vio los safiros desafiantes del castaño

- Candy.... Candy..... Caaaandyyyy!!!

- Ah? Si Annie

- Tierra llamando a Candy en que pensabas

- No.... No en nada en particular

- Señoritas acérquense por favor - dijo Imelda entrando en la cocina

- Si, Madame Imelda – dijeron las muchachas parándose en frente de la mujer mayor

- Saldré por unas horas les pido de la manera más atenta que realicen sus tareas lo mas silenciosamente posible ya que el Señor Richard esta descansando y necesita paz y quietud les quedo claro?

- Si madame Imelda

El ama de llaves salió de la cocina dejando a las dos jóvenes solas

- Y bien? - dijo Annie mirando a la rubia quien se había puesto pensativa nuevamente

- A que te refieres?

- Me refiero a que nuevamente estas distraída, dime que te sucede?

- Ya te dije que no es nada Annie - dijo Candy

- Ah Candy que bueno que te encuentro – dijo Yosefin con una charola en las manos - por favor podrías llevarle la comida al Señor?

- Pero Madame Imelda me prohibió acercarme a él

- Pero Madame Imelda salió y no creo que alguien vaya a decírselo

- No Annie será mejor que lo hagas tu

- Lo haría con mucho gusto pero debo seguir limpiando – dijo Annie saliendo de la cocina

Candy suspiró resignada y aceptó llevar la charola pero al estar en frente de las escaleras Annie pasó por su lado – no creas que escapaste de mi interrogatorio ya lo discutiremos en la noche - dijo a morena subiendo por las escaleras

- Hay Annie. te digo que no es nada

- Ya lo veremos

Candy subió por las escaleras hasta el segundo piso y caminó por el pasillo hasta estar en frente de la recamara principal - bueno aquí voy - dijo al rubia colocando la charola en su otra mano para luego girarla perilla, empujó la puerta el cuarto había una tenue luz y a un costado del cuarto estaba una cama enorme con cortinas a los costados pero cubierta por una suave seda, la rubia puso la charola en una mesita cercana a la cama

- Imelda ya te dije que no tengo apetito – dijo una voz del otro lado de la habitación,

A la rubia se había estremecido por la severidad de la voz – sabía que no debía haber venido ahora seguramente madame Imelda de regañará - se dio media vuelta tratando de escapar

- No eres Imelda te ordeno que vengas aquí

Candy resignada camino hacia el lugar de donde provenía la voz y vio asombrada un hombre de cabello castaño, con mechones grises sentado en una silla de ruedas – acércate y dime quien eres

El hombre al no escuchar una respuesta se giró lentamente -respóndeme cuando te ha..... – el hombre no daba crédito a lo que veía -Elianor no es posible tu estas....

- Señor se encuentra bien - dijo Candy acercándose

- No puede ser o será que al fin me volví loco amor mío al fin me perdonaste - dijo el hombre tratando de asimilar lo que sus ojos le mostraban

AMOR, ESPERANZA Y ODIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora