Prólogo

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Aún lo recuerdo como si fuera ayer, yo nací en aquella mansión, la casa de mis tíos Haruka y Juuri. Me crié junto con mis primos Kaname y su hermana menor Yuuki, ambas físicamente parecíamos gemelas como ocurría con nuestras madres. Nos llevábamos bien entre los tres y ninguna de las dos habíamos conocido lo que había más allá de aquellas paredes. Al contrario que mi prima Yuuki, yo al principio no fui deseada por ninguno de mis dos padres, dado que fui producto de una terrible deshonra para mi madre.

Recuerdo como miles de veces la oía decir que, aunque fui producto de una violación, no consentiría que él jamás me pusiera un dedo encima. La obsesión de mi padre por ambas hermanas le llevó a esa gran locura, mi madre acabo por volverse en su contra, junto con mis tíos, quienes también tenían demasiadas razones para odiar a su hermano mayor, que por aquella época perseguía a mi prima. Mi madre, como Kaname, mi primo mayor, se ocupaba de jugar con nosotras, de distraernos para evitar que nos preocupásemos de lo que ocurría fuera de aquella casa. Kaname salía de vez en cuando, ya fuera con mis tíos o él solo, nos intentaba traer algún detalle, como mi preciada caja de música que mando diseñar expresamente el día que cumplí mi segundo año de vida, de la que nunca me separo desde ese día. Me gustaba oír las historias que nos leía y a veces yo misma inventaba alguna que otra, pero sin duda lo que más recuerdo de mi pasado en aquella casa, es la noche en la que todo cambio.

La noche en la que fui arrancada de la única familia a quien le importaba. Recuerdo aquella masacre en la que Rido, para quien yo no era más que otra obsesión al igual que lo era mi prima Yuuki. La misma en la que atacó la mansión y en la que fui metida en un carruaje, junto a la criada de confianza de mi madre y al chófer que avanzaba hacia el horizonte mientras que podía oír los gritos de mi madre, siendo asesinada por uno de los secuaces de quien era su otro progenitor. Horas después acabé encerrada en una torre oculta en el bosque, en la que solo había una anciana y un guardia más otras dos criadas. Ellas se encargaron de enseñarme, durante los diez años de mi encierro en aquel lugar, como debía comportarse una vampiresa de mi categoría.

La habitación que ocupe tenía todas las comodidades necesarias para vivir yo en ella, pero para mi seguía siendo una fría y alta torre donde desgraciadamente jamás me había sentido feliz del todo, había sido alejada de mi única familia. no sabía ni siquiera si había algún sobreviviente de aquello, lo que sí sabía porque me lo habían asegurado era que esa torre jamás sería encontrada por Rido, puesto que no saldría nunca de allí hasta nueva orden.

Destino KuranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora