XVIII

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—¡Hey, Snape!

Estaba en camino a la biblioteca cuando alguien mencionó mi nombre, haciendo que volteara la cabeza detrás de mi para ver quién era, confundida al ver al cazador del equipo de Ravenclaw, Roger Davies.

—Hola, Davies. —Cambié el peso de los libros que traía en mis brazos, hace unos días había sacado varios libros de la biblioteca y estaba cerca de la fecha límite para entregarlos.

—¿Quieres ayuda con eso? —Preguntó mientras apuntaba con su dedo índice a los libros.

—No, gracias.

Sonreí levemente, confundida por sus acciones y seguí caminando, arrepintiéndome de rechazar su ayuda, pues mis manos estaban comenzando a doler, pero nunca había hablado con Davis, ni si quiera es de mi año y no sé si la paranoia de Harry se me pegó en algún momento, pero presiento que él quiere algo.

—Espera, Snape.

—¿Qué necesitas, Davies?

—Sí sabes que todos queremos que Slytherin pierda la Copa de las Casas, ¿no?

—Uh-huh.

—Bueno, solamente quería pedirte, bueno, todos en Ravenclaw en realidad, que hables con el profesor Snape, ya sabes... Le dé una ventaja a Gryffindor el próximo partido de Quidditch para que tengan la posibilidad de ganar. Sabemos que él odia a los Gryffindor pero él le hará caso a su hija y querrá que su casa gane ¿No? Obviamente yo preferiría que Ravenclaw ganara, pero es mejor que sea Gryffindor a que-

—¿De qué estás hablando?

Parecía sorprendido por mi pregunta, mirándome con una ceja levantada y el ceño fruncido.

—¿Realmente no sabes?

—¿Qué cosa?

—El profesor Snape será arbitro en el próximo partido de Quidditch.

—¿Mi papá? ¿Quidditch?

Él asintió y yo comencé a reírme como no lo había hecho en mucho tiempo, Davies únicamente me estaba observando como si estuviera loca.

—¿De dónde sacas esas ideas?

—Nuestra capitana, Louise Watkins, nos lo dijo. Puedes preguntarle a alguien del equipo de Gryffindor, no miento.

A lo lejos pude escuchar la campana que señalaba el término de las clases extracurriculares, lo que significaba que solamente tenía media hora antes de que la biblioteca cerrara, así que comencé a apresurarme. Aunque ahora tenía una sonrisa en mi rostro por la noticia.

—Perdona que no te crea, pero es simplemente imposible de creer que mi papá se subiría a una escoba. Me parece más probable que le dé puntos a Fred y a George por hacer alguna broma que él estando en una escoba.

Davies se rió y tomó un par de libros de mis manos, esta vez apreciando su ayuda puesto que mis brazos me estaban agradeciendo que el peso disminuyera.

—Nadie sabe por qué decidieron que él fuera el árbitro, pero definitivamente lo será.

—Pero ¿Mi papá? ¿Severus Snape?

—El mismo.

Volví a reírme un poco, seguía sin poder creerlo. ¿Qué Nargles estaba pensando hacer?

—No puedo simplemente pedirle que haga que Gryffindor gane, incluso creo que hará lo contrario, pero hablaré con él.

—Estupendo. —Sonrió y yo sonreí de vuelta.

Continuamos caminando en silencio, y de reojo noté que estaba leyendo el título de uno de los libros que había tomado de mis brazos.

—¿Encantamientos y embrujos antiguos caídos en el olvido? No es esto, no lo sé, ¿algo avanzado?

Eileen Snape y la Piedra FilosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora