Los señores park sintieron tanta pena por mi.Mientras yo sollozaba viendo a Holly en el suelo, chillando de dolor.
No hice más que cargarlo y subir a aquella bicicleta ya vieja, comenzando a rodar con fuerza y desesperación hasta aquel veterinario.
El señor jung fue el mejor veterinario de la ciudad, por lo tanto, el más caro.
Deje al cachorro, sin decir nada.
— yoongi... — el señor jung abrió los ojos, acariciando el estómago de holly con delicadeza.
— a-ayúdenlo... —pase saliva, viendo al perro
El señor jung asintió, cargándolo a dentro, colocándole aquella máscara de aire
— él estará bien... yoongi, mandaré a Hoseok a avisarte Cuando este estable...
asentí rápido, corriendo de vuelta al callejón, tomando aquella mochila llena de dinero que compré hace ya tres años.
Jimin tocó mi hombro, preocupado.
— se mejorará... — dijo débilmente, con la voz quebrada.
Desde aquella noche, jimin y yo tuvimos un vinculo mucho más grande.
Cuidábamos ambos de holly, mientras yo salía, jimin se encargaba de cuidarlo, y cuando él iba por las mañanas a la escuela, yo me encargaba, pero cuando yo iba por las tardes el solía hacerlo.
—si le pasa algo... no se que haré...
— no digas eso... el estará bien! Ya lo verás...
Jimin me dio consuelo y amor, fue la primera persona que me hizo sentir amado.
Por eso es el amor de mi vida.
— gracias... —susurre, besando aquellos carnosos labios color rosados con un poco de bálsamo rápidamente
Jimin sonrío. Sus regordetas mejillas color carmesí ardían y se tornaban cada vez más y más rojas.
Disfrutaba mucho de los pequeños besos que yo le robaba a jimin. Aunque ambos sabíamos que aquellos besos debían ser discretos y estar ocultos ante aquella sociedad de mente cerrada, al menos en aquel barrio.
— me das otro..? — dijo jimin, sonriendo.
Sus ojos brillaban cada vez que mis labios rozaban los suyos, pero, no era el lugar indicado.
La gente decía
"Son unos niños de 12 y 10 años que no saben nada de la vida y solo están desorientados"
Pues, mis padres decían lo mismo, pero prefiero terminar con un chico, un gato y un perro, a terminar con una familia infeliz donde los golpes aparecen más que las caricias.
— jimin... no es...— dije sin terminar.
Jimin robo un largo y cálido beso de mis labios, ahora el era quien se atrevía a rozar sus pequeños labios carmesí.
Solo el sabe que detrás de este rostro con semblante serio se encuentra una tierna sonrisa cómoda y grande.
Pero claro, solo él podía encontrarla.
— te amo, yoongi...
— y yo a ti, jimin... — susurre, jugando con su cabello rizado de un tono dorado, regalándole una sonrisa honesta
Jimin sonrío levemente, sentándose a mi lado.
— hm... —jimin aclaró su garganta— qué tal... y acudes con tu padre..? — dijo nervioso, desviando la mirada.