Los Momentos Vergonzosos De Un Elevador

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Hay distintas maneras de encontrar el amor ¿No creen? Puedes encontrarlo en la Iglesia, los aeropuertos, en el trabajo o en una fiesta. Mi papá solía decir que la vida daba mil vueltas hasta encontrar a tu pareja ideal y yo como adolescente hormonal le creía todo. Tanto que no pensaba en las cosas, solo las hacía. Trayendo más de un dolor de cabeza a mi casa. Y miles de momentos vergonzosos para contar.


Ni siquiera para ser una persona normal servia. A los cinco años me había convertido en la niña especial de la familia. Con una inteligencia elevada a la promedio, pero no lo suficiente para ser prodigio, mi vida nunca sería normal. Sacando la primaria antes que los demás, a los 8 años ya me encontraba cursando la secundaria. Incluso aunque fuera inteligente, en el área emocional era una basura. Probablemente tu momento más vergonzoso podría ser una borrachera, una caída en la boda o cosas asi. Pero lo mio fue hacer una declaración de amor al chico más guapo, en el último día de clases.


Pensarás que no es tan vergonzoso, todos lo han hecho más de alguna vez. El caso es que no lo había pensado tanto. Para empezar yo no sabía que Miguel estaba saliendo con mi hermana en ese tiempo y tampoco sentía que fuera suficiente declararlo en una carta. No, yo pensaba que era super emocionante gritarlo a los cuatro vientos. Si lo sabe Dios que lo sepa el mundo ¿no? Ese era mi pensamiento a los 12 años ¿Quién demonios a esa edad tiene tan poco sentido común? Podía ser muy inteligente para las materias de la escuela, pero en el instinto de supervivencia del mundo real, era un asco. A instantes de graduarme de la secundaria y yo pensando en esas tonterías.


Al final de todo, lo peor no fue declararlo ¡No! Lo peor fue que lo seguía viendo en mi casa. Mi hermana seguía saliendo con él y aunque se había convertido en una especie de broma privada que habíamos logrado superar, Miguel tenía un mejor amigo. Se llamaba Samuel, Sam para los amigos y era un dolor en el trasero.


Parecía que todos habíamos superado la estúpida declaración que había hecho a los 12 años excepto él. No podía verlo sin que me molestara con eso.


¿Acaso no había visto otro momento vergonzoso para reírse que no fuera el mío? 


Nos graduamos de la secundaria y yo tomé un camino diferente al de ellos. Por fin podía poner distancia entre mi hermana y yo. No es que no la amara, simplemente pensábamos de manera muy diferente. Mientras ella tenía una vida normal de adolescente, yo seguía estudiando y adelantando cursos. Ella era un espíritu libre que le gustaba expresarse y yo seguía siendo la come libros que se sabía la tabla periódica de memoria.

Así que al escoger una universidad no me lo pensé tanto. Necesitaba separarme de la sombra de mi hermana y disfrutar un poco. Después de todo, era la primera niña de 12 años en la familia, que estudiaba ingeniería química en el Instituto Tecnológico de Massachussets. Los años pasaron y la carrera de 5 años se había convertido de dos. Me había graduado y sentía que no era demasiado conocimiento todavía.


Así que volví a estudiar, hasta que me había convertido en una adolescente de 17 años que estudiaba su tercera licenciatura. Increible ¿no? Podía experimentar la vida universitaria que me había perdido la primera y segunda vez como una universitaria normal. De cierta manera también lo hacía para desarrollar mi madurez.


No quería empezar a trabajar sabiendo que mi mente seguía pensando en juguetes. Si iba a estar trabajando para alguien, quería que me vieran como un igual. Así que pasaba la mayor parte de mi tiempo estudiando hasta que sintiera que me encontraba lo suficiente adulta como para trabajar. Igual por el dinero no me tenía que preocupar, el gobierno pagaba todos mis estudios.

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