𝚃𝚑𝚎 𝚁𝚘𝚐𝚞𝚎

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A medida que vas creciendo tus pensamientos y sentimientos se vuelven más complejos. Para algunos, pueden ser confusos y hasta intensos. A muchas personas les lleva un poco más de tiempo comprender quiénes son y en quiénes se van convirtiendo.


Cuando vives con una enfermedad, sabes que pueden haber días buenos y malos, aunque siempre esperas que no suceda nada y que puedas hacer tu vida normal. Harry nunca había vivido un "día malo" de mi enfermedad, hasta ese momento se había mantenido muy estable, por dos años y medio. La medicación y los cuidados necesarios hace que mi organismo funcione bien y sin problemas. El día anterior al episodio estaba cansada, se lo atribuí a que habíamos salido a andar en bicicleta con Hazza, era normal estar un poquito agotada. Esa mañana no pude despertar para ir a la escuela, según lo que me dijo mi madre, estaba pálida y muy fría, ella me dio la píldora de hierro que debo tomar, fue lo poco que estuve consciente esa mañana. Mis padres no se pudieron quedar conmigo, tenían reuniones importantes en sus respectivos trabajos. Sentí a mi abuela entrar muchas veces a la habitación para saber cómo me encontraba, me arropaba mientras pasaba su cálida mano por mi cara. Había dormido toda la mañana y necesitaba ir al baño, como pude baje las escaleras ya que sentía que me faltaba el aire. La anemia te debilita, o eso es lo que entiendo yo, aparte de la fatiga, el aturdimiento y la dificultad para respirar, no tengo otro síntoma más graves, pero esos tres en conjunto y al mismo tiempo me dejan sin energías, por eso duermo en exceso cuando llegan los "días malos", aunque algunas veces solo estoy dormitando.

Mi abuela estaba preparando el almuerzo cuando llegue a su lado, yo no tenía ni apetito aunque sabía que me obligaría comer algo, siempre me dice que la comida es la base de la energía para poder hacer actividades, que nunca tengo que dejar de comer a las horas aunque no tenga hambre. Me devolví a mi habitación, quería mantenerme despierta, me sentía inútil durmiendo. No duré ni un minuto despierta, no sabía cuánto tiempo había dormido cuando siento una mirada sobre mí, no era mi abuela claramente, ella siempre se acerca a mi cuando entraba a la habitación. Abrí lentamente los ojos encontrando a Harry sentado en la silla que tenía en mi cuarto. Vestía el uniforme escolar, había dejado su mochila al costado de la silla, estaba mirándome fijamente, tenía una sonrisa en la cara.

-Hola Boo.- dijo con ternura, sus ojos siempre reflejan lo que siente, sabía lo que estaba pensado.

-No necesito tu compasión Harry.- dije muy seria. No estaba muriendo, además su compasión no me servía de nada. Tener compasión por alguien solo lleva a hacer sentir mal a la otra persona.

-Lo sé pero nunca te había visto así.- dijo parándose de la silla para sentarse en la cama.

-No estoy muriendo, solo es un "día malo'' .- dije haciendo el gesto de entre comillas con mis manos. Me senté en la cama, aun me faltaba el aire. No me dijo nada solo me miraba, creo que me veía muy mal. Iba a hablar cuando mi abuela que entró en la habitación con una bandeja con comida, Harry se paró para poder asistirle.

-Gracias Harry, llame a Anne para avisarle que te quedaras aquí para acompañar a Diana.- dijo mientras ponía la bandeja en mi regazo. En la bandeja venían dos platos y dos vasos de jugo, mi abuela había preparado Haggis, aunque se veía deliciosos yo seguía sin tener apetito.

-Pongan una película o algo por el estilo, me llaman si tienen algún problema.- dijo mientras me sonreía. Intenté devolverle una sonrisa pero creo que salió una mueca rara.

-Ven acuéstate conmigo.- Le dije mientras abría la cama, él se sacó zapatos.

-Se ve delicioso, amo la comida de tu abuela.- dijo con mucha emoción. Le pase su plato y empezamos a comer. Estábamos comiendo en silencio aunque no era incómodo, ya estábamos acostumbrados a eso. Pero esa vez fue diferente, él me miraba mucho, habitualmente observaba mucho a las personas o lo que pasa a su alrededor, pero de verdad esa vez fue demasiado. Terminamos de comer, Harry bajo a dejar los platos. Yo prendí el televisor, estaba haciendo un poco de zapping cuando regresó, se volvió a recostar a mi lado, yo le entregue el control remoto.

𝐇𝐎𝐌𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora