—¡Te pregunté algo, niña! —Gritó.
Su rostro se había puesto rojo del enojo y su mandíbula estaba a punto de ser destruida por lo fuerte que estaba apretándola. ¿Por qué le molestaba tanto que estuviera aquí?
— Eh… Yo… Yo… —Intenté formular una respuesta pero no pude. Simplemente me había quedado en blanco al verlo de ésta manera. Nunca lo había visto tan furioso.
Por nada.
Ni siquiera aquella vez que le pegué un chicle en el cabello por burlarse de Justin Bieber.
Al ver que no iba a contestar, me tomó del brazo con fuerza y me sacó de la recámara con brusquedad, cerrando esta con fuerza.
—¡No vuelvas a entrar aquí! ¿Estás escuchando? —Gritó sin soltar mi brazo que había comenzado a doler.
¿Qué diablos estaba pasando? ¿Por qué le molestaba tanto que encontrara esa habitación? Verlo tan molesto, y aún más, ver qué aún seguía lastimando mi brazo me enfureció. Yo sólo había venido a ayudar.
—¿Cuál es tu jodido problema?— Le grité a la cara soltando mi brazo de un tirón—. ¡Yo he venido aquí a ver en qué podía ayudar! Y tú me tratas como si hubiera abierto el portal del infierno. No sé que estás ocultando, pero no me interesa, no te da derecho a lastimarme. — Finalicé masajeando el área de mi brazo, en el que estaban marcados los dedos de Dylan.
Su mirada se dirigió al lugar donde presionaba con mi mano para aminorar la pulsación que sentía, su rostro se contrajo visiblemente al ver lo que había hecho.
—Lo lamento tanto... Ari. No quise lastimarte, en verdad lo lamento.
El arrepentimiento era notorio en sus facciones, después de todo, yo había entrado a su casa y husmeando de habitación en habitación.
—¿Tanto te dolió que tus padres esperaran una niña, en lugar de un hombre?—Bromeé
Mi comentario lo hizo fruncir el ceño, hasta que terminó rompiendo en una gran sonrisa. Bien, Dylan el agresor se había ido. Hice una nota mental para asegurarme que no fuera así siempre.
—Así que… ¿Venías a ayudarme? ¿Exactamente con qué?
¿Quitándole densidad al momento, eh? Buena jugada chico, pero no conmigo.
—¿Antes o después de que me atacaras? —Resongué—. Porque antes venía a ayudarte a sacudir… pero ahora, estoy repasando los contactos de algunos de los psicólogos con los que mi madre me mandó hace unos años. Te vendrían de maravilla.
—¿Ahora resulta que tú eres la única que puede atacar? Te recuerdo que tú ayer hasta me golpeaste.
—No te golpee.
—Sí lo hiciste.
—Que no.
—Que sí.
—Pero tú me bañaste con alguna sucia de la calle. —Recordé.
—¿Entonces admites que sí me golpeaste? —Se burló.
—Y lo haré de nuevo si no dejas de burlarte. —Amenacé.
Él alzó las manos en señal de rendición y dió media vuelta para caminar por el pasillo conmigo siguiéndolo de cerca.
—De acuerdo, de acuerdo. —Dijo —. Pero entonces me tendrás que ayudar en algo más, porque ya he terminado aquí.
Recordé las sábanas y el polvo en la planta baja y me pregunté cuál sería su concepto de "Terminado".
—Claro. ¿Con qué te ayudo?
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Pequeña Mentirosa
Подростковая литератураSinopsis Arantza siempre había estado detrás de la sombra de su hermana, y secretamente enamorada de su vecino, Dylan, que parece no notar su presencia. Ella está dispuesta a conquistarlo y luchar por su amor... Hasta que él tiene que irse a otro p...