Capítulo 3 "Blusas transparentes y postres radioactivos"

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No sé cuánto tiempo me quedé pasmada mirándolo. Era como ver a un desconocido, pero con ojos sumamente familiares. Esos ojos... Carajo tantas veces había soñado con volver a verlos... Y ahora estaban frente a mí.

Otra vez.

Una sensación caliente recorría mi cuerpo, mis manos me hormigueaban y sentía una extraña sensación en mis piernas. Era como un sueño.

Sólo que no lo era.

Dylan estaba aquí.

Él había regresado.

Y se estaba burlando de mí como siempre lo había hecho después de sus bromas...

Y él creía a que era mi hermana.

Incluso cuando creí que ya me había librado de las comparaciones con mi hermana... Ahora regresa el amor de mi vida creyendo que soy ella. Pero, ¿Eso podría servir de algo, no?

La sombra de la lámpara, mezclado con la luz de la luna iluminando, hacía que se viera tan maduro, tan varonil...

Tan caliente.

No cabía duda que ya no era aquel niño. Pero seguía teniendo eso que hacía que perdiera la cabeza. Vestido por completo de negro, cubriendo un cuerpo, alto, fuerte y fornido le daba un aura sexy y oscura. Él ya no era ese niño del cual yo me había enamorado, el se había convertido en un hombre. Su cabello había oscurecido y su barbilla estaba cubierta por una capa de bello.

Había dejado de ser un niño para convertirse en un hombre.

Se había convertido en el hombre que destrozaría todas mis bragas y rompería mi cama.

Que la virgen se apiade de mi.

Porque este hombre daba la impresión de que no lo haría.

- Antes daba la impresión de que no podías hablar sin gritar... ¿Y ahora eres muda? - Dijo.
- ¿Qué?
- Ahhhh ya, eres sorda.
- Eh, no. No soy sorda... Es sólo que, pues me impacto verte, nunca imaginé que eras tú el tipo que nos bañó en la calle.
Mi comentario no lo tomó por sorpresa, ya que eso hizo que su sonrisa se hiciera aún más grande.
- No sé de qué me hablas. -Dijo haciéndose el tonto.
- Claro que lo sabes, ¡Mírame! Mi blusa está llena de manchas de agua sucia. - Dylan dirigió su mirada a mi blusa haciendo que su mandíbula se apretara. Fue entonces que me di cuenta de mi error. Mi camisa era como una segunda piel semitransparente. Era como estar en sostén frente a él. Rápidamente, me cubrí el pecho con los brazos para evitar que siguiera mirando.
- En realidad... Veo de todo, menos manchas de agua sucia. - Contestó.
- ¡Eres un degenerado!
-Fuiste tú la que me dijo que mirara.- Dijo levantando las manos inocentemente.
- ¡Pero no mis pechos! Y a todo esto, ¿Que haces aquí? -Dije medio molesta.
-¿Te molesta que esté aquí preciosa?
El apodo que había utilizado había hecho que me sonrojara, él creía que era Ari, así que, si el sentía algo por ella... Entonces eso haría que sintiera algo por mi. Una emoción fuerte y maravillosa me recorrió ante la expectativa.
- No me molesta, sólo que creí que no volverías. - Contesté.
Tal vez está era la oportunidad que tanto había deseado, podría enamorarlo hasta que no le importara que le hubiera mentido. Recapitulando todo lo que había leído e investigado en revistas y blogs sobre conquistar chicos y una de las más potentes, era la indiferencia y el rechazo.

Sí, eso.

Eso dañará su ego y haré que venga detrás de mi.

Dylan no había parado de mirarme, algo estaba pasando por su cabeza, como si me estuviera analizando o esperando a que dijera algo. Sus labios estaba firmemente unidos y sus brazos estaban cruzados. Todo él me imponía y me hacía sentir pequeña.
Sí él creía que yo era mi hermana, tenía que actuar como ella.
Dándole vuelta a él, crucé los brazos y me recargue en su moto viéndolo fijamente. Dando mi mejor porte de "No me importa"
- ¿Vas a dejar de mirarme en algún momento de la noche? O, ¿Quieres tomarme una foto?
- No creo que te agrade salir en una foto como un gato mojado y el rimel corrido. -Dijo burlándose otra vez.

Pequeña MentirosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora