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—¿Te vas? —la morena le observó desde la biblioteca.

—Mi estancia en este lugar ha terminado. —.

La vampiresa no podría mentirse, se sentía molesta, podía leer los pensamientos del rubio, se sentía aprisionado por la falta de interés que ella le había proporcionado.

—¿Y por qué? —ella recordaba perfectamente que hace tan solo unas semanas, ambos habían ido a cazar, tras María adoptar un estilo de vida semejante al del vampiro rubio.

La morena no se molestó ni un momento más en leer su mente, ambos habían reproducido el mismo recuerdo en su mente.
Ambos habían terminado besándose en medio del bosque, aunque la vampiresa quitó aquellos pensamientos de su mente rápidamente.

—Creo que tú sabes la respuesta.

María quedó frente al vampiro.

—Entonces iré contigo —no mostró desesperación, aunque ese sentimiento consumía su corazón.

—Lo lamento, no podría... Este es tu hogar.

Este no es mi hogar —se apresuró a decir— mi hogar, mis tierras tan hermosas en las que crecí, fueron arrebatadas por esos hombres blancos tiempo después de que fui desprendida de esas calurosas tierras que me vieron nacer...

Carlisle sentía el despecho en sus palabras.

Nunca gocé de la oportunidad de tener una elección —.

—¿Entonces por qué deseas venir conmigo?

Porque quiero elegirte a ti —.

—De acuerdo... Entonces ven conmigo... —.

Todos estaban en su tiempo de alimentación, era perfectamente el tiempo adecuado para escapar, y ambos lo sabían, ¿pero cuántas eran las posibilidades?
Ninguno lo pensó dos veces, y terminaron escapando juntos de aquella hermosa ciudad que los había visto acompañarse y volverse cercanos durante más de cien años.


ESTADOS UNIDOS, 1900.

¿Cuál es nuestra próxima parada? —.

El sonido de las vías del tren era totalmente distinto a lo silencioso, pero no era tan molesto para el par de vampiros.

—Nueva Orleans.

La muchacha de piel bronceada asintió paseando sus ojos ambarinos por el paisaje que le ofrecía la ventanilla del tren.

—Me encargaré de asistir en el personal médico... Sabes que puedes quedarte en casa.

—Seguro, fingiendo tener una gran amistad e ir a fiestas del té con señoras de avanzada edad, mientras me preguntan por el firme secreto a mi juventud. —ambos rieron suavemente.

Las frías manos del vampiro se entrelazaron con las de su compañera, dedicándole una sonrisa.

—Sabes que no tienes que hacerlo si no quieres...

—Está bien... Has sido bastante bueno siempre... De alguna manera, terminaremos siempre alejándonos de esta ciudad y así nos mudaremos a una nueva... Además, si tengo que ir y lucirme sobre lo extraordinario que es mi esposo... No me molesta en lo más mínimo.

Carlisle rió divertido.

—Hemos compartido este estilo de vida por un siglo, y no me molestaría seguir de esta manera por mil años más... —susurró la morena en el oído del vampiro.

Mitztemoa Noyollo - Carlisle Cullen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora