Justin.
Besé una vez más su rostro con amor y la observé mientras dormía. La amaba, con toda mi alma. Parecía una pequeña niña sin protección, me daban ganas de protegerla sin importar lo que sea. Me daban ganas de amarla hasta morirme. Toqué su lacio y sedoso cabello, besé nuevamente sus labios y parecía no notarlo. Seguía durmiendo plácidamente. Me había enamorado sin remedio. Me había enamorado de Alisson.
Ella se despertó por mis incontables toques y me miró con una sonrisa plasmada en su rostro. Una verdadera sonrisa. Sobó sus ojos repetidas veces y se abalanzó a mis brazos. La recibí a gusto y aspiré el aroma a su cabello. Manzana y menta. Cerré mis ojos profundizando el momento.
Salí de la casa en busca de un Starbucks y comprar un té a pedido de Alisson. Las calles estaban desorbitadas y el frío llegaba a traspasar mi abrigo. Estábamos en pleno diciembre, apogeo del invierno.
Crucé las calles y seguía sin encontrar el bendito Starbucks.
Mis piernas dolían y con frustración volví a mi hogar. Al abrir la puerta, me choqué con la pequeña Katy.
— Hola, papi —dijo Katy risueña, tenía la misma sonrisa que su madre.
— Hola, pequeña —con mi mano despeine sus dos coletas, cuál me miró con enfado ya que le molestaba que hiciera eso.
— ¿A dónde habías ido? —preguntó con curiosidad.
— Había ido a buscar una cafetería, que lamentablemente no encontré —pareció entenderlo ya que con sus ojos demasiado abiertos asintió.
— ¿Me has comprado una muñeca? —su voz chillona llena de alegría retumbó por toda la casa.
— No, Katy. He ido a una cafetería —volví a repetir, algo cansado.
— Pero, ¿Dónde están las cosas que has comprado entonces?
— Te he dicho que no la he encontrado —dije con exasperación.
— ¿Que no has encontrado? —volvío a preguntar.
— La cafetería, cariño —dije con una pizca de enfado.
— ¿Que cafetería?
— ¿Sabes? Déjalo ahí, Katherine —ella asintió enérgicamente y salió corriendo por la puerta de la cocina.
Alisson apareció con una mirada de confusión en su rostro.
— ¿Porque has tardado tanto? ¿Y dónde esta mi té? —su semblante estaba fruncido y parecía no entender nada.
— Me he perdido y no he encontrado la cafetería, Alisson —murmuré con frustración al tener que volver repetirlo. Ella asintió y se sentó en mi regazo.
— ¿Sabes que te amo? —susurró cerca de mis labios.
— Y yo a tí —besé sus labios con desesperación. Me levanté y ella rodeó sus piernas en mi cintura. La apoyé en la mesada y seguí besando sus exquisitos labios. Tenían un sabor a cereza delicioso. Miré sus ojos como las tantas veces que lo había hecho y comprendí que estaba locamente enamorado de ella. Amaba cada parte de ella. Sus labios, su cabello, sus ojos, estaba loco por ella.
La recosté en la cama luego de subir las escaleras y besé desde sus labios hasta su ombligo. Me estaba volviendo loco. Necesitaba poseerla, necesitaba estar dentro de ella.
Lentamente y con cariño saqué cada prenda que nos consistía. Acaricié y besé su cuerpo entero. Ella gemía levemente y sonreí al notarlo.
— Más rápido —aceleré mis movimientos y ella comenzó a gemir en mi oído.
Al finalizar me recosté a su lado y la observé nuevamente dormir. Parecía que estaba tan cansada que apenas respiraba.
Apoyé mi brazo en su cintura y ella hundió su cabeza en mi pecho. Su respiración me hacían cosquillas ya que mi torso estaba desnudo. Sonreí y me dormí plácidamente al lado de la mujer que tanto amaba.
Bueno, capaz no entiendan este capítulo pero tienen que esperar. Es algo confuso, lo sé.
META= 15 VOTOS Y 10 COMENTARIOS.
Las amo.
XOXO.
Lola.
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Please, stop (Editando)
FanfictionUn, dos, tres, cuatro, cinco golpes. Dos en la cara y tres en el abdomen. Sufría todos los días humillaciones, golpes y mucho más. Todo durante 4 años. Esta es la humillante vida de Avery Bieber.