One-shots sysack

Pacto

Oliver entró corriendo despavorido a la iglesia abriendo las grandes puertas para refugiarse en su interior. Acto seguido buscó el confesionario más cercano resguardándose de algo inexplicable.

La puerta de a lado se abrió también dejando entrar a una espesa sombra, Oliver divisó la túnica negra detrás de la rendija, relajando los músculos suspiró.

—Padre, hermana superiora o monaguillo,discúlpeme por no distinguirle,he pecado en estos últimos días, recé el santo rosario, el Via Crucis  e hice mis plegarías matutinas pero he sentido una presencia sofocante siguiéndome, tentando cada movimiento y paso que doy, inclusive blasfemando en nombre de...usted sabe—relató Oliver abochornado de sus actitudes previas e incapaz de mencionar aquel nombre en casa santa.

El silencio llenó el ambiente dejando un escalofrío recorrer al joven británico.

—¿Podría darme mi penitencia?, o acaso ya no la merezco por tan impuros pensamientos —preguntó Oliver a tientas.

La rendija desapareció mostrando una delicada mano blanca aparecer entre las túnicas y tomarlo del cuello, casi asfixiándolo, la cara de ese ente era la más hermosa que él haya visto pero al mismo tiempo esos helados ojos hacían estremecer hasta lo más recóndito de su ser exponiendo su alma terrenal.

Despertó

Sudoroso entre jadeos de pánico, había tenido esa pesadilla por más de una semana y aún no encontraba las palabras para discutirlo con el sumo sacerdote de Sheffield.

Decidió alistarse para ir a su trabajo como editor en jefe, la lectura era un buen alimento para el espíritu por eso decido enfocarse a ella cuando se inscribió a la universidad, con su vestimenta puesta, su desayuno terminado , su maletín en mano y su nuevo libro en la otra tomó el tren a su trabajo.

Tenía que replantearse él como describiría esa presencia en su confesión, era una belleza sublime que lo hacía sacar sus más profundos deseos a la luz, haciéndolo dudar de todo y corrompiéndolo desde el interior.

Al bajarse del tren sintió un empujón algo fuerte, cuando volteó nadie se encontraba en la estación más que él.

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—Escúcheme señor way, revise su trabajo esta mañana y la trama del cómic es buena pero necesitamos que suavice las problemáticas que plantea y disminuya las escenas inapropiadas—explicó Oliver calmado verificando la logística en su computadora.

Gerard Way le observó perplejo.

—Señor Sykes he estado en la industria un tiempo y quizás sea mejor optar por mis ideas, si me dieran más presupuesto....—

—Mira, esta editorial no se mantiene sola, no puedo darle más dinero a algo que posiblemente sea un fiasco, —objeto Oliver mistando fijamente a Way—todavía tengo una reunión con el señor Cerulli, Fuentes,Quinn y otros interesados en trabajar con nosotros, usted ya tiene un puesto, así que siga órdenes o renuncie, yo también tengo mis propios intereses en juego—finalizó con una mueca desagradable haciendo que el señor Way se fuera ofuscado.

El teléfono sonó apenas la puerta se cerró, Oliver contestó la llamada esperando una respuesta, nadie contestó.

Horas más tarde Oliver se hallaba abrumado con la sobrecarga laboral, los nuevos escritores atormentaban su mañana con escritos estrafalarios que debía leer, corregir ortografía y señalar lo innecesario, ademas tenia la responsabilidad de entrevistar a las nuevas propuestas literarias, todo eso sin contar su exhaustiva tarde en trabajos independientes.

Deseaba tanto platicar con Jordan acerca de cuestiones teológicas o con Lee de las falacias políticas, pero necesitaba un tiempo con sus amigos.

El trabajo lo había absorbido demasiado y su novela independiente se estaba tornando bastante simplona, no sabía cómo ponerle emoción a la trama, como las que describían fácilmente Way y Cerulli, o el dinamismo e ingenio de Fuentes y Quinn, o la extravagancia de Dominic Harrison, la nueva propuesta del despacho, entre otros ejemplos.