Dame un trago

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La reunión ya se había extendido bastante esa vez, nadie prestaba la suficiente atención al orador presente, habían llegado tantos aquella semana que ninguno de los involucrados podía recordar a que se dedicaba el de esa mañana.

Solo eran palabras sin sentido, gran parte de las personas allí tenían cosas más importantes que atender como quien follaria con quien esa noche, cuáles eran los sitios menos vigilados para drogarse, como esconder comida sin que nadie se diera cuenta, cuánto le debía tal persona a tal distribuidor, cosas prácticas y tangibles.

Andy Biersack solo dormitaba en los últimos asientos de la reunión obligatoria.

Después de una semana conocía a al perfección cómo funcionaba todo el programa de rehabilitación, era la misma porquería que todos los demás.

Más o menos pasos, de mejor o peor calidad el recinto, con más o menos putas, con locos o dementes y su más anhelado sueño ...

El falsificador de certificados, quien seguía en total anonimato hasta la fecha.

La discreción era nula a este punto, solo volteó a ver al orador de esa mañana cuando le reprendió su falta de interés, lo cual era absurdo ya que Ashley estaba ofreciendo droga y dando muestras en sus narices para prestar atención a un simple alcoholico ensoñado.

—¿Esto te aburre?, —cuestionó el anciano—¿sabes cuanta gente está aquí necesitada de ayuda?, ¿tienes la mínima idea de cuantos desearían estar en tu lugar para salir de sus problemas?, es difícil todos los sabemos pero si depositas tu confianza en Dios podrás salir de aquí, se lo que te digo—reprendió dejando sorda a la audiencia por el pitido del micrófono.

—No me importa su dios viejo chantajista —susurró Andy tapándose los oídos con sus manos, le dolía la cabeza de tanto ruido.

—Vuélvelo a repetir, tus compañeros y yo todavía no tenemos un oído tan privilegiado para entender balbuceos —retó el anciano haciendo que el resto de la gente mirara al de cabello azabache.

Andy estaba harto de la misma cantaleta de siempre, necesitaba aunque sea un sorbo de alcohol y continuar con su trabajo.

—¡Dije que no me importa su Dios!,—gritó Andy levantándose del asiento— estoy harto de oír su nombre cada vez que vengo aquí, siempre es acepta esto, tú no tienes poder sobre ti, deberías refugiarte en él, estoy harto de esta mierda, soy un bastardo alcohólico pero se que eso no servirá de nada, estoy aquí por mi culpa eso es todo—se quejó para finalmente señalar su pecho.

—He tenido una gran fortuna de estar aquí y los errores de mi pasado solo él los juzgará, no realice mi trabajo en su momento y la he tenido difícil pero...

—Por favor, eres un viejo decrépito que arruinó una gran parte de su vida por ser un bebedor y al no tener suficiente fuerza de voluntad para verdaderamente superar tu adición, —desestimó Andy rodando los ojos—te refugiaste en alguien que nadie sabe si existe y si lo hace le importamos una mierda, te justificas con ello a pesar de estar pensando todo el tiempo en el sabor del alcohol, yo igual lo hago pero por lo menos cumplo mi trabajo—tambaleándose por el tiempo de abstinencia.

El doctor de turno hizo una señal a los guardias para que escoltaran a Andy de nuevo a su cuarto para ponerlo en aislamiento, era muy obvio que esto jamás funcionaría.

Jordan Fish tuvo que retirarse poco después de esa clínica de mala muerte, era la peor preparada de todo el estado, apenas habían regulado las falsificaciones de certificados el mes pasado.

Ese chico estaría una semana más a lo mucho y lo dejarían ir para volverlo a ingresar entre un breve lapso de tiempo, no le interesaba mucho que le sucediera pero sabía muy bien que su amigo necesitaba solo un caso más para probar su punto.

One-shots sysackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora