Demián

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Había pasado exactamente una semana. 

Hoy era el día en que iba a conocer a Demián.

Iba a encontrarme con él en una fiesta en la que todos los hombres y mujeres se disfrazan, así que espero que otra mujer capte su atención.  Nos vestimos tan dramáticamente para mostrar nuestro dinero, sin mencionar que quieres ser la persona más atractiva de la sala.  De todos modos, mi padre dijo que está arreglado para que incluso si Demián encontrara atractiva a otra chica, no podría tenerla.

Tenía puesto mi vestido.

Me había maquillado y mi mamá había terminado de peinarme.

-Te ves hermosa mi princesa- me chilló mi mamá. 

-Gracias mamá- le respondí con una pequeña sonrisa antes de que Raúl llamara a mi puerta.

Raúl me acompañó hasta la puerta principal mientras esperábamos la limusina.

Mi padre finalmente salió de su oficina, minutos antes de que tuviéramos que irnos.  -La limusina está en camino- Puso los ojos en blanco sin ningún signo de emoción en su voz;  No podía esperar para deshacerse de mí.  No miré a mi padre, simplemente porque no tenía que hacerlo.

-¡No estoy feliz con esto!- Dijo Raúl furioso a mi padre, dando a conocer su opinión sobre la situación.

-Raúl, basta- le siseó mi madre. 

-No tienen voz en esto, ninguno de ustedes tiene voz-, escupió mi padre con saña.  Podía ver su aliento por el aire tan frío. 

-Quítate esa chaqueta inmediatamente, una vez que entremos, entendido- me gruñó mi padre.  Asentí repetidamente.

La limusina finalmente se detuvo, mis hermanos y yo nos subimos al auto.  Mi madre me ayudó a meter mi vestido en la limusina mientras mi padre se sentaba con impaciencia. 

-Más rápido- le gruñó a mi mamá. 

-Fuiste tú quien quería este vestido- lo miré con enojo, recordándole que hubiera sido perfectamente feliz usando pantalones de chándal y sudadera para el baile.  La mirada de mi padre se volvió hacia mí.

Sentí como si me encogiera hasta convertirme en una bola mientras su mirada fría e intensa estaba pegada a mí. 

-No me hables así- me siseó, mostrando su 'dominio'.  Yo no lo miré.  Agarró mi barbilla con brusquedad y me obligó a mirarlo. -¿Entiendes?- Gruñó, a centímetros de mi cara. 

-S ... sí- lloriqueé rápidamente debido al dolor de él apretando mi barbilla.  Me soltó la cara antes de burlarse de sus propios pensamientos.

Mi brazo se entrelazó con el de Raúl mientras caminábamos hacia la entrada.  Me estremecí en el enorme salón debido a la bajada de temperatura, donde la gente se estaba reuniendo lentamente.  Acababa de comenzar a nevar afuera por primera vez en unos años. 

-Quítate esa puta chaqueta ahora- mi padre agarró el borde de mi chal y lo arrancó de mi cuerpo helado. 

-Pero padre ...- chillé en voz baja, molesta. 

-Ni siquiera me hables, estoy tan cerca de golpearte- siseó en mi oído para que nadie más pudiera escuchar, haciendo que escalofríos recorrieran mi espalda.  Me mostró el más mínimo espacio entre el pulgar y el dedo.

Vi a mucha gente parada alrededor y algunos simplemente me miraban;  ¿No saben que es de mala educación mirar?  Pero, lamentablemente, es una de las muchas desventajas de estar en una de las mafias más grandes del mundo;  si pueden, te vigilarán.

DemiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora