Diecisiete; Cegueras que hieren

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Sight estaba ahí, de pie frente a frente con el ultimo ser viviente perteneciente a su mismo lazo sanguíneo. Su hermano, de quien jamás se había separado en toda su vida hasta que este lo abandonó por irse con una mestiza que no conocía de nada. Un traidor en todas sus letras.

Rumán estaba paralizado afuera de la habitación encantada. Teniéndolo tan cerca y pudiendo apreciar mejor su rostro por la luz del día, tenía la posibilidad de ver lo demacrado que estaba. Más delgado, con ojeras indescriptibles y los pómulos marcados. Su mandíbula apretada casi con intenciones de romperla, sus labios normalmente rosados se encontraban pálidos y lucían fríos, sin ningún tipo de calor emanante de su aliento cansado. Tenía el cabello más largo y una barba creciente que lo hacía aparentar unos años más. Tenía un pequeño corte al lado de la nariz y se veían en sus ojos todos los sentimientos que aguardaban rencorosos en su corazón.

Su hermanito, a quien no había podido proteger por ser un cobarde. Un recordatorio viviente de lo inútil que había sido para defender de todo eso a su otra parte. Punzadas cruzaban afiladas por el corazón de ambos mellizos. De culpa, y de traición.

—Sight —Susurra, con la voz ahogada.

Los ojos chispeantes del nombrado se entierran en los de su hermano estático detrás de la puerta con intenciones de querer atravesarlo. ¿Eso era todo? Lo había secuestrado y sedado junto a un grupo de gente desconocida y la maldita con la que se marchó. Joder.

—Lamento si no me veo como esperabas —Ironiza.

Khala se mantiene en la pared que está al lado de la puerta, invisible para el mellizo encerrado, de apoyo para Rumán. Debía hacerlo solo, pero de todas formas necesitaba tener a alguien ahí y Khala lo sabía.

—No, no es eso —Responde, recomponiéndose ante la situación— ¿Tienes hambre? Mmh, te puedo traer algo para comer, si quieres.

Sight, lo observa, con el ceño inmutable.

—No quiero nada que venga de ti —

Rumán corrige su postura, sintiendo aquellas palabras en el fondo de su ser. Sabía que sería algo así, pero aún con ello enfrente era duro asimilar la inmensidad del rencor en su hermano.

—Sight, lo que hemos hecho es para ayudarte —Habla nuevamente el mellizo, entrando en la habitación. Khala pestañea cuando lo ve atravesar el campo de magia de Tea. Solo esperaba que no se mataran.

Era mejor dejarlos solos unos momentos, así que iría por algo de comida.

Oh demonios. Ellos solo...

Bien, debía encontrar la forma de conseguir sangre para ellos mientras entablaban conversación. Su sangre no era opción alguna definitivamente. Tendría que ir a hablar con Tea sobre ello.

—¿Ayudarme? ¡Me dejaste tirado por irte con una maldita mestiza que es un peligro para todas las razas! —

—Khala no es ningún peligro Sight. Raúl les ha hecho creer eso para que no sientan el tener que matarla. ¡El único peligro aquí es él! —Responde Rumán.

— ¿Cómo puedes siquiera decir eso? ¡El se encargó de nosotros cuando mamá murió! Nos enseñó todo —Grita, quedando frente a frente con su hermano.

—No es como piensas. El nos manipuló, todos estos años se aprovechó de que éramos unos niños y nos moldeó la cabeza a su propio gusto. Nos bloqueó recuerdos Sight, el jamás nos salvó —

— ¡¿De qué diablos estás hablando?! ¡¿Te volviste loco?! Jamás nos haría daño. Es como si fuera nuestro padre. Nos quiere —Suelta, ofendido ante las blasfemias que Rumán dice sobre Raúl.

Venganza. | Mates Opuestos #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora