Nombrando

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Trotando a un ritmo parejo, Katsuki siguió su ruta a casa. Llevar cargando al omega no le hizo desgastar su resistencia. Estaba sorprendido de lo ligero que era. Le inquietaba el darse cuenta lo débil que su pasajero podría encontrarse, seguramente estaba muriéndose de hambre. Sin embargo, otra preocupación invadió su mente cuando se acercó al perímetro exterior de la tierra de la tribu.

Su temprana agitación durante la cacería terminó haciéndolo ir más lejos de lo que debió, pero en este punto realmente no le importaba. Se había conseguido un maldito omega. Un indefenso y debilitado omega sin marca. Era como haber encontrado un tesoro dejado a la intemperie. No podía creer su suerte y eso lo hizo sonreír.

Solo debía usar "la voz" una vez más sobre el omega durante su pequeño viaje. Aproximadamente a un tercio del camino había sentido que una lucha lenta comenzaba nuevamente en su hombro, rápidamente la aplastó antes de convertirse en un ataque completo. A pesar de la terrible condición en la que el chico se encontraba no parecía tener intenciones de rendirse. Ese pensamiento le produjo a Katsuki un extraño hormigueo, había peleado con muchos alfas y betas, y estaba seguro de que si alguno de ellos estuviera en los zapatos del omega, ya se habrían rendido.

El espirito combativo que el omega desplegaba debería molestarlo pero en realidad, le gustaba. Katsuki únicamente reconocía a las personas por su fuerza y este omega ya había demostrado ser bastante aguerrido. La esencia del omega hacía que se le hiciera agua la boca, eso combinado con la fuerza que le demostraba, lo convencieron de quedárselo. El sería un compañero perfecto.

En un punto del viaje, Izuku había logrado recuperar parcialmente el control sobre su cuerpo y rápidamente trato de remover las cuerdas que mantenían atrapadas sus muñecas. Como sea, cualquiera que fuera el hechizo bajo el que estaba por culpa del alfa, volvió con fuerza por una simple palabra.

"Detente" Ordenó el alfa bruscamente sin detener su camino. Izuku volvió a sentir su cuerpo relajarse sobre el hombro del rubio, el cual se le clavaba en el estómago. El omega gruñó completamente frustrado y estaba seguro de haber escuchado una risita burlesca por parte del alfa.

Tomo un poco menos de tiempo esta vez para que Izuku volviera a recobrar un poco del control de su cuerpo. Esta vez se mantuvo quieto para que el alfa no se diera cuenta. Necesitaba estar seguro de haber recuperado el control completo de su cuerpo y que el alfa se distrajera para poder escapar. Desafortunadamente ese momento no llegó lo suficientemente rápido. De repente sintió como el rubio agilizaba el paso y el viento soplando hacia ellos arrastrando un montón de esencias mezcladas.

El familiar sentimiento de pánico volvió a instalase en su pecho e Izuku comenzó a liberar feromonas de estrés inconscientemente. Estar tan cerca del alfa le había permitido olfatear su esencia. Olía como una hoguera, con el toque diminuto de la amargura de las cenizas. Pero debajo de eso había algo más, ahí estaba la fuerte esencia de una manada. No tenía idea de que la manada fuera tan grande pero en ese momento su nariz detectaba a un grupo bastante grande delante de ellos.

Repentinamente entraron a un claro, Izuku se dio cuenta que se encontraban en un campamento. Sus sentidos se cerraron de golpe por diferentes esencias y voces. Se retorció un poco sobre el alfa y sintió como brazo que lo sujetaba se hacía más firme, esta vez no usó la voz. Inclinando torpemente su cuello, el omega pudo observar las piernas de varios individuos y el fondo de varias de la tiendas. El alfa caminó y esquivó a varias personas que habían sido atraídas debido a su angustia.

Katsuki sintió un pinchazo de molestia mientras se acercaba a su tienda, apresurándose antes de que alguien comenzara a cuestionarlo. No ayudaba nada que el omega estuviera soltando espesas nubes de feromonas llenas de angustia. Los habitantes de la tribu le lanzaban miradas y susurraban, eso lo hizo sentir la explicita necesidad de esconder al omega, en lugar de eso gruño y le mostró los dientes a todo el que se acercara, por esto mismo es que se formó un sendero con personas a los costados, un montón de ojos curiosos y otros tantos alarmados mirándoles mientras el alfa caminaba hacia su tienda.

Omega PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora