P R O L O G O

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Los chicos permanecían en el jet privado, el cual los llevara directo a Francia

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Los chicos permanecían en el jet privado, el cual los llevara directo a Francia.

Algunos herederos lucen agotados, agobiados, tristes y aburridos.

Viajaban con el objetivo en darle un punto final a un asunto que tendrán que resolver.

El pequeño de los Wagner estaba a la espera de que todos los chicos estuvieran presentes. Debía darles un comunicado importante a los demás.

El chico lucia ansioso, moviendo su pie constantemente, la chica a su lado le susurraba palabras tranquilizadoras y aunque él las escuchaba y asentía, solo para hacerle saber a ella que estaba bien, realmente no le prestaba atención, su mente se encontraba en otro lado.

Se puso de pie decidido, pasó su mirada por todo el jet frunciendo su ceño ligeramente, faltaban dos chicos, justo en ese momento ambos se hacen presentes, el joven Wagner soltó algo en voz baja que la única persona que escucho fue la heredera.

Algunos estaban metidos en sus asuntos y otros ya casi dormidos, por lo tanto se vio con la obligación de alzar la voz.

—¡Por favor, necesito de su atención!

No fue difícil pasar desapercibido el grito del ojiazul, todos dirigieron su mirada en su dirección, mirándole como si esperaban que soltara algo grandioso.

—Como verán, dos del grupo no se encuentran presentes el día de hoy. Ambos están en Grecia, la pelirroja nos alcanzara en Francia, ya que perdió su vuelo a Alemania. —comenzó hablar, su voz era firme pero al mismo tiempo frágil. Lo que soltara a continuación no es algo que le agrade y más de uno quedara impactado por la confesión. —Lastimosamente mi hermano no nos acompaña en este viaje ya que... —hizo una pausa, eligiendo las palabras adecuadas. —Se encuentra en un estado de coma en Grecia, luego de ser apuñalado por el rey mismo, el cual ahora se encuentra muerto. Lastimo uno de los pulmones de mi hermano y no se sabe cuándo despertara.

Al soltar aquello el chico sintió un nudo formarse en su garganta, como si la realidad no fuera suficiente para hacerle saber que estaba todo mal.

Entre los herederos compartieron una mirada alarmada, sobre todo preocupante. Ninguno dijo nada, nadie sabía que decir ante aquello, por el momento dar consuelo al chico no era una buena idea. No podían creerlo, se suponía que iban bien las cosas.

No debieron confiarse.

—A lo que voy. —tomó nuevamente la palabra el joven Wagner. —Es que esta situación en la que nos encontramos, lo tomen como un aprendizaje. Mi hermano no estará siempre para salvarlos ante un matrimonio arreglado, un secuestro o un ex novio loco, problemas entre ustedes, incluso los desacuerdos que tienen con sus propios padres. Deben aprender a comenzar a solucionar ustedes solos sus problemas. —hizo una pausa, cerciorándose que todos lo escucharan. —Somos herederos y estamos demasiado cerca de tener que llevar adelante un país, algunos en conjunto y otro solos. Deberán aprender a valerse por sí mismos, sin depender de un héroe que los salve cada vez que algo vaya mal.

Al finalizar aquello, regreso a su lugar junto a la heredera, cubriéndose el rostro con ambas manos frustrado. La chica que permaneció junto a él en todo momento coloco una mano en su hombro, brindando apoyo al chico. Mientras que los demás seguían procesando las palabras del ojiazul, entre ellos comenzaron a murmurar, haciendo comentarios respecto a eso. A excepción de una pelinegra que en ningún momento levanto la cabeza, ya que su atención era puesta a la música que provenía de los auriculares que traía puestos.

Los herederos creyeron que sus problemas iban disminuyendo, pensaron que su situación no podía deteriorase. Se equivocaron. Nadie iba a salvarlos, ya que ellos mismos tenían que hacer aquel trabajo y buscar ayuda al consejo tampoco era una opción válida.

¿Quieres saber a qué los llevo a esta situación? Tal vez esto mejore o empeore.

Depende como la suerte juegue a su favor.

Averígualo. 

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