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Ebba Zingmark

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Ebba Zingmark

Luego de presentarnos entre todos se tornó un poco aburrido. Las chicas y yo decidimos quedarnos un rato en la cocina comiendo, bromeando, hablando sobre nuestros reinos y familias. Por lo que sabía de noticias Ella era la definición de hija perfecta, buenos modales, cabello largo, buen cuerpo. Layla era la hija con el buen ingenio y gran responsabilidad. Ambas eran la creación de los lineamientos impuestos por el consejo principal desde antes que nuestros abuelos nacieran. Ese consejo tenía el poder sobre la mayoría de nuestras decisiones, si no le parecía correcto alguna de ellas. Debíamos consultarles a ellos cualquier cambio.

Ese consejo estaba formado por hombres en la tercera edad quienes sabían los reglamentos reales, las dichosas normas de etiqueta y serían los que controlarían todo en caso de una catástrofe. Cada reino tenía su consejo, ese de más confianza. En caso de crear alianzas o casamientos los consejos de esos reinos y el principal deben aceptarlo. Jamás se han negado, pero, siempre hay una primera vez para todo ¿no?

Layla y Ella eran todo lo que pediría el consejo como una princesa excepcional, yo por otro lado, sería considerada su pesadilla, mi nombre y el de otras princesas estaba en su lista negra. Nunca les agradé, tampoco buscaba hacerlo.

Al mis pies tocar el agua de la piscina volví a enfocarme en lo que quería, disfrutar un día en la piscina del palacio. Mamá y papá me convencieron de estudiarme las ubicaciones del lugar, lo cual hice, pero viendo vídeos donde te daban un tour digital de todo. Me relajé y decidí terminar de entrar para refrescarme.

Dejé que el agua me recibiera, di unas cuantas brazadas y eventualmente me detuve para ver lo hermoso del jardín, las sillas y las mesas para exteriores realmente caras.

—¿Acaso ese cabello no se convierte en ceniza bajo el agua, pelirroja? - escuché una voz gruesa detrás de mi, me giré encontrándome con Johhan, el lindo Wagner. —Digo, tu cabello parece fuego y según tengo entendido el agua suele apagarlo.

Sonreí ladeando mi cabeza mientras avanzaba por la piscina quedando cerca de él. —El fuego que produzco no se apaga con algo tan simple como el agua, señor Fuckboy. —salí apoyada de mis manos sentándome en la orilla de concreto.

—Pues debería señorita Zingmark o podría incendiar algo.

—Mi cabello no es lo único que parece fuego. —contraataqué.

Me levanté para dirigirme a las sillas donde anteriormente había dejado mis cosas. Pasé por su lado recibiendo el peso de su mirada, aproveché esta situación para dar una pequeña vuelta, como si quisiera modelarle mi escasa ropa. Nuestros ojos tuvieron un mínimo contacto, una conexión la cual rompí rotando mi vista hacia mi bata de baño, tomé la prenda y comencé a secarme el cabello sintiendo como el aire enfriaba la tela de mi traje de baño.

—Al menos que quiera que incendiemos algo los dos...

Ladeé mi cabeza mientras lo escuchaba ¿me estaba proponiendo acostarme con él? ¿Quién se cree?

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