VII

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La sutil brisa que iniciaba a cubrir la ciudad era más tranquilizante que en días anteriores. La lluvia había azotado esa semana la región de Kantō, según escuchó en el noticiero era a causa de una tormenta que entraba desde el sur; estaban en invierno, era normal tener ese tipo de manifestación climática antes de la primera caída de nieve, así que casi nadie le dio tanta importancia.

Él, en el pasado, con su humor gruñón y alma fragmentada por los tropiezos de su juventud, abría hecho una escena o, si hubiera seguido el ritmo falso con la que intentó hacer de su dolor una mentira, estaría en ese momento en su luna de miel en un país caribeño, siendo infeliz al estar al lado de una mujer que no amaba y no se merecía ese desamor.

Mientras la barra en la pantalla de su computadora se llenaba un decibel a la vez, y los nervios lo comían por dentro, observó con desinterés las pequeñas gotas en el ventanal del edificio. Se le antojó jugar en la lluvia, cual fuera un niño, ese encanto que adquirió en los últimos meses se debía a sus dos pequeñas, traviesas y adorables niñas que aparte de traerle paz y felicidad, le rejuvenecieron, ese toque travieso que creyó había perdido al salir de la universalidad volvió.

Sin darse cuenta una sonrisa se posó en su rostro.Era la primera vez desde esa temporada que lo hacía, en el pasado trató de enterrar esa parte de su vida.

Al regresar su atención a la pantalla, sintió que un peso se le quitaba de encima, remendar uno de sus grandes errores dependía de esa barra a medio llenar, su familia no estaría completa hasta que tuviera éxito.

En medio de esa burbuja se encontraba cuando el sonido del aparato en su escritorio lo trajo de regreso. Sin dudarlo presionó el botón.

—Creí haber dicho que no interrumpieras —expresó con descontento.

—Te has convertido en un anciano —le espetó Sinon al otro lado. —Eras más agradable cuando pisoteado.

Dejó escapar un bufido de fastidio tras el discurso que siguió luego de esa burla a su persona y el poco empeño que le ponía al trabajo. Qué ella lo hiciera era algo normal, se convirtió en un hábito del que no se acostumbra, pero en los últimos días se intensificó más que llegó a pensar que solo lo hacía para fastidiarlo, por supuesto que era su culpa, pero ya se estaba cansado de los sermones.

—Si ya terminaste de regañarme, podrías simplemente colgar, tengo cosas importantes que hacer.

Tras un silencio al otro lado, creyó que se había salido con la suya y podría seguir en ese proyecto que había sido su fuente de estrés.

A punto de regresar su atención en la barra digital estaba cuando Sinon con voz serena anunció:

—Tengo al señor Shōjiki en recepción esperando desde hace una hora, ¿lo hago pasar?

Aunque todavía no aceptaba la presencia del rubio, se tomó la molestia de gritar con todo el aire de sus pulmones ¡Lo he estado esperando por días!Quizás fue muy dramático pero no pudo evitarlo.

—Trata de respirar —le sugirió al Sinon al otro.

—Deja que pase.

Golpeó a puño limpió el escritorio cuando el mensaje'error, sistema defectuoso' en letras rojas le indicó un nuevo fracaso.

Estaba frustrado, demasiado, no quería admitir una derrota. Se acomodó la corbata para tratar de tranquilizarse. Afuera parecía caer un diluvio, de la nada un trueno ocultó el sonido de la puerta.

No Fue Suficiente...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora