IV

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Y en el instante en que mis ojos atraparon los tuyos, me quedé embobado con tu hermosura, aquella que escondías bajo esa agraciada capucha... Te entregué mi vida con esas tímidas palabras cuando prometí llevarte de vuelta al mundo real, sin siquiera estar seguro que podría lograr tal promesa. Tan ilusionado estaba de formar mi futuro contigo, así como lo habíamos planeado en nuestros días de escuela, mientras nos reuníamos en nuestra banca en el jardín... no fue todo color de rosas y nada salió como lo planeamos, resultó ser un caos, un terrible tormento, pero ahora, has vuelto a sorprenderme... me tomaste desarmado.

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La desesperación y paciencia del joven que caminaba de un lado hacia el otro, como si deseara estar parado en todas las esquinas de la recepción al mismo tiempo, empezaba a molestar a la joven mujer que se limitaba a lanzarle miradas de disgusto.

Quería calmarse pero permanecer sentado por varios minutos que le sabían a eternidad, no le ayudó en nada, por lo que estar hurgando en el todo el lugar al menos le hacía disminuir su ansiedad. No podía mantener la cabeza fría; después de los últimos acontecimientos, solo provocaron en él un gran estancamiento, se estaba ahogando en esa densa neblina que cegaba su calma.

Alice... Asuna... Alice... Asuna... no paraba de amedrentarse con esos nombres, su prometida y su exnovia, parecía que había llegado al límite de su cordura hasta que fue golpeado por una supuesta delicada mano que le hizo caer de nuevo a la tierra. Sinon, una persona que conoció en un juego de armas y se convirtió en su amiga antes de presentarla al resto de amigos se había enfurecido al verlo hecho un caos mientras se escondía en su oficina como el cobarde que se sentía.

Si al menos estuviera disminuyendo la pila de papeles en su escritorio que con el tiempo iba aumentando, quizás su furia no habría sido tan exagerada. Pero, en lugar de estar trabajando, se había pasado los días encerrado maldiciéndose por estar atrapado en los problemas que causaría si tomaba la decisión incorrecta. No podía dejar a Alice solo por encontrarse con Asuna, no era correcto, pero admitía que la subcomandante aun estaba presente en su corazón, seguía profundamente enamorado de ella.

Ese inesperado encuentro entre ellas lo tenía con las manos atadas. Lo arruinó... no dejaba de lamentarse una y otra vez. Asuna le estaba por decir algo importante y la oportuna aparición de su prometida causó que ella desistiera en hablar, tenía a Alice sobre él en todo momento, no le estaba dando espacio para pensar, la excusa de que se encontraba muy ocupado en el trabajo y no tenía tiempo para seguir con las compras para su boda, era solo un acto de lo cobarde que actuó.

No podía decidir por sí solo, pero al pedir el consejo de Sinon, esta se limitó a decirle que ya estaba demasiado grande para tomar sus propias decisiones. Aunque algo de lo que dijo le hizo venir hasta este lugar: el amor verdadero es aquel que te tortura e intenta masacrarte, si con alguien piensas con claridad y te sientes frustrado no es algo a lo que puedas llamar amor, es irónico, pues a quien amas de verdad te cega y no sabes que hacer, te sientes inútil, pero a pesar de eso sonríes como un bobo.

Luego de deliberar por mucho tiempo y tomar el valor necesario para intentar enfrentar todo esto, se encaminó en busca de la pelinaranja para hablar con ella, tomando de excusa continuar con el proyecto que, por los obvios acontecimientos que pasaron en el hospital, no se había contactado con ella en varios días. Sin embargo, cuando al fin su cerebro sintió un ligero proceso Asuna no le contestó las llamadas, por lo que decidió ir a buscarla a su trabajo en la oficina central de Rect, para su desgraciada suerte la subcomandante se encontraba en una reunión muy importante y no sabían a qué hora concluiría.

No Fue Suficiente...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora