Entonces cuando el verano terminó y entré a la universidad, a estudiar lo que yo no quería, en donde no quería; el simple deseo de salirme de ahí me motivó para seguir adelante con mi trabajo de mesera. Tuve que malabarear horarios. Cambié clases y las amontoné todas en tres días para tener los demás libres, incluidos los fines de semana. Mis papás estaban súper desconcertados y cada vez sospechaban sobre mis actividades ilícitas. Yo por el contrario, aunque con miedo a ser descubierta, siempre pensaba en el peor de los casos: "Pues si me corren, ya tengo dinero ahorrado suficiente como para irme a vivir a un depa yo sola". Luego pensaba en como le iba a hacer con el pago de la universidad, y pensaba que al menos por este semestre estaba a salvo, aunque después recapacitaba y me daba cuenta que, no me importaba si la pagaban o no porque no era lo que yo quería, ni por la causa que yo estaba luchando. En fin, así me la llevé casi un año, trabajando de mesera y después me ascendieron a host, y eso me daba más ganancias y me cansaba menos en el trabajo. Aparte, en las horas medio muertas, podía hacer tarea, llenar solicitudes para estudiar biomedicina, y buscar becas/créditos o cualquier cosa que me abriera puertas para hacer lo que yo quería.
En ese momento yo decía, esta es mi lucha para estudiar lo que yo quiero. Porque me aburría mucho administración de empresas, no era lo que yo quería. Por más emocionante que fuera, si hubiera sido actuación, o cirquera, yo no quería eso. Veía todos los aparatos médicos, prótesis, etcétera, y me sentía como en las nubes. Pero lo que quiero decir es, mi ímpetu iba más allá de estudiar lo que yo quería, era tener la libertad de escoger lo que yo quería. Yo quería llorar, yo quería correr, gritar, quería expresar, quería vestirme diferente, hablar diferente, ir a lugares distintos, creer algo diferente, y no me había dado cuenta, de hecho, me tardé mucho en darme cuenta, ja, ja, ja, poco antes de llegar aquí contigo. En fin, Lola y Melisa me cubrieron una y mil veces. Me apoyaron tanto como casi nunca nadie lo había hecho. Siempre decían que estábamos juntas, y nos inventamos un sistema de mentiras. Hicimos un Excel donde poníamos "dónde estaba" y donde realmente estaba, cada hora ellas sabían cual era la mentira perfecta, y también teníamos palabras clave para notificar sobre ciertos eventos. De si sabíamos de algún conocido que pudiera decirles a mis papás de mi trabajo, o de si alguien conocido estaría cercano a la zona o en el restaurante donde yo trabajaba. Ahora que lo pienso creo que tal vez si llegaron a saber que trabajé ahí. Vi algunas caras conocidas, y aunque era un lugar turístico ¿quién no turistea de vez en cuando en su lugar de origen? Pero miren, si nadie habla de ello, es como si no hubiera pasado ¿no?
Cuando terminó mi segundo semestre, mis papás planearon las vacaciones en familia con mis tíos y primos. Las de todos los años, y por su puesto que no tuve el valor para decirles que no iría, porque yo quería seguir trabajando. Al principio compré tiempo inscribiendo dos materias en verano, y pude trabajar aún más horas en el restaurante, pero sólo me duró el gusto poco más de un mes. Después tenía todo el verano por delante para disfrutar y despilfarrar en familia. Ahí fue cuando renuncié, muy a mi pesar, pero me dieron una buena liquidación, y todo ese dinero se fue directo al ahorro. A la cuenta que abrí a escondidas también usando la dirección de Lola, para despistar al enemigo. Ese verano el viaje era un crucero por el caribe, llegaríamos a Florida e iríamos a Miami y después a Orlando, principalmente a Disney World. No voy a negar que la pasé bien en algunos ratos, pero la mayoría del tiempo sentía que cada minuto era desperdiciado. Necesitaba juntar más dinero, y no me pude traer mi computadora, para checar correos o así, los celulares aún no eran tan sofisticados. Tuve que disimular mi apatía y sonreír para todos. A fin de cuentas, no tenía por qué quejarme. Eso me hacía sentir aún peor. Estoy renegando por estar en un crucero en el caribe en familia, y después en Disney, en un lugar muy feliz, donde mucha gente desearía estar. ¿Por qué demonios me quejaba? No podía, te juro que estaba tan contrariada, y tan aferrada a ser feliz en ese momento, que nada salió bien. Todo el tiempo me sentía miserable, estresada, vacía, culpable, malagradecida, y lo peor es que ni sabía exactamente que eso era lo que estaba sintiendo.
Cuando regresamos a casa lo primero que hice fue encerrarme en mi cuarto y checar la computadora, correos o cualquier pista de lo que pasó en mi ausencia. Le hablé también a Lola para saber si alguna carta me había llegado. Lola se convirtió en mi mano derecha, en la mugre de mi uña. Me cubrió tanto que siento que sin ella nunca hubiera hecho nada de mi vida, al menos nada de lo que yo quería. Al fin me contestó, después de varios intentos y mucha ansiedad de por medio. Y el alma se me alborotó, y el cuerpo se paralizó. Me había llegado la carta de aceptación para estudiar Biomedicina.
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En restauración
SpiritualMaría no tiene idea de lo que quiere para su vida, y cómo muchos, finge estar en control de la situación. El trabajo está estable, los eventos sociales llenan su agenda, el novio le regala flores y publica fotos en redes para darle seguridad, su fam...