Amor desenmascarado | Kakashi x OC | +18

Epílogo

Kakashi tomó el dije que colgaba de tu cuello y lo analizó.

— Qué bonito, es el que te regaló Naruto, ¿cierto? ¿Lo hizo él?

Miraste aquel símbolo, sabías que Kakashi había hecho esa observación para que pensaras en otra cosa y no te centraras en la angustia latente.

— Lo hizo la mamá de Sasuke, era un regalo de parte de ambos.

Tu novio volvió a sentir el ardor de los celos, ahora comprendía porque el Uchiha se veía tan nervioso, te había entregado un regalo lleno de significado. Pero decidió restarle importancia al hecho y solo asintió con desinterés, no era momento de escenas. 

— ¿Qué te parece si vemos lo que los demás te regalaron?  — cambió de tema.

Le sonreíste a Kakashi y se dirigieron a tu habitación. Sentados en la cama abriste cada paquete; te habían regalado collares, varios dulces y accesorios. El más curioso fue el presente de Ayame, varios cupones de "válido por un plato de ramen".

— Naruto estaría muy feliz con esto — acotaste observando los vales.

Pero Kakashi no estaba prestando atención a los regalos, sino que te miraba a ti; apreciaba cada uno de tus rasgos, tus ojos celestes, la pequeña nariz y los labios delicados pero carnosos, resaltados con aquel rouge rosado; todo en ti lo encendía, quería tomarte allí mismo, hacerlo una y otra vez.

Kakashi te tiró sobre la cama y se posicionó encima tuyo, lo miraste directo a los ojos y luego pasaste tus brazos por su cuello.

 — Aún quiero darte otro regalo — susurró a tu oído, previo a bajar su máscara y lamerte con lentitud desde el lóbulo hasta la clavícula. 

Cerraste los ojos, concentrándote en la placentera sensación. Pero una vez que terminó reíste con ternura y lo miraste. ¿Quién podría suponer que debajo de esa actitud serena se encontraba un hombre con una fuerte libido?

— Sorprendeme — respondiste, hundiendo tus dedos entre sus cabellos blancos.

Consumidos por la pasión, terminaste tu gran día haciendo el amor con el dueño de tu corazón.

♦♦♦

Kakashi Hatake

Después del cumpleaños de mi pequeña pasé muchos días en su casa, acompañándola y cuidándola, pues tuvo algunos ataques de angustia. Lo cierto es que el mudarse conmigo significaba dejar atrás gran parte de su historia, guardada entre aquellas cuatro paredes.

Desde que me asignaron a Katsumi en mi equipo nunca manifestó gran pesar por la muerte de sus padres, era algo que tenía aceptado e incluso podía hablar del tema sin tapujo alguno. El fallecimiento de su abuela si la afectó, pero pasado el luto adoptó la misma, digamos, filosofía; podía mencionarla con total naturalidad.

No voy a negar que era algo que me llamaba la atención, pues siempre consideré a las mujeres seres llenos de sensibilidad. Hasta llegué a percibir, mucho antes de sentir siquiera algo más por ella, una semejanza en ambos con respecto a ese tema, pues yo también había pasado por cuestiones similares: mi madre falleció sin yo poder conocerla y mi padre dejó este mundo, de una forma muy trágica, cuando aún era un niño y nunca había manifestado públicamente mis pesares.