Capítulo 30

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Anastasia

Ver a Samuel y a John junto a la policía en una operación para capturarlos me había destrozado.

Samuel me buscó, pero con la tomba. ¿Como me habían encontrado? No tenía idea pero de lo que sí estaba segura era de que le habían contado todo a la policía y quien sabe si a la DEA.

—Estaremos bien aquí Ana—Catarina me abrazo—a las personas nunca las terminamos de conocer y la mayoría de personas que conocerás en la vida te decepcionarán.

—Mi padre siempre me lo dijo, en la vida no se tiene amigos sólo conocidos o socios y los socios son los que tienen algo en común contigo. Nunca me lo imaginé de john y menos de Samuel.

—Esto que pasó te queda como experiencia y nunca olvides que las únicas personas que nunca te fallarán serán tu familia...y yo no soy de tu sangre pero considérame como de ella, nunca en tu vida lo olvides—me miro y sonrió feliz.

Catarina había sido lo mejor que lo pudo haber llegado a mi hermano, era la chica más tierna que podía haber aunque fuera igual de mala que Damon. Tenía experiencia en todo y no le temblaba la mano cuando tenía que quebrarse a alguien...claro ninguno lo hacía porque si.
De Catarina había aprendido a respetar las vidas de las personas pero de Damon había aprendido a cobrar lo traumas que te han dejado como lo hice con Rivera.
Nunca hubiera matado a ese tipo si no hubiera sido por lo feo que me humilló y todos los traumas que causó en mi.

—¿Está nevando?—llegó mi primo al salón en el que estábamos.

—Yo no me aguanto este frío Hache, me volveré loco—respondió mi hermano mirando a mi primo.

—Me dijiste que nos viniéramos a Bariloche, aquí tienes tu Bariloche—sonrió Caleb mirando por la ventana.

—Hachecito nos vamos de aquí en diciembre sea como sea.

—No me digas así Damoncito—mi primo puso los ojos en blanco haciendo que mi hermano soltara una carcajada.

Mi primo se llama Caleb y a su padre le decían Hache por la primera letra de su nombre "Habib" así que cuando nació Caleb al ver que era una réplica original de mi tío todos le comenzaron a decir Hachecito, pero el odiaba este apodo diminutivo, siempre ha sido todo un personaje.

Sonó el timbre sacándome de mis pensamientos y haciendo que mi cuñada se levantara corriendo a abrir la puerta.

—¡Llegó la comida!—gritó desde el comedor de la diminuta pero acogedora casa.

Camine junto a mi hermano y a mi primo y nos sentamos, cada uno se sirvió pero antes de comenzar a comer Damon nos interrumpió.

—Eh eh—nos miró con el ceño fruncido—deben dar las gracias por estos alimentos. Cada uno de gracias a Dios en su mente.

Mi hermano bajo la cabeza y se quedó callado unos segundos al igual que mi primo y Catarina, así que imité esta acción.

"Gracias Señor por estos alimentos que nos permites poner en nuestra mesa, ayuda a mi papá en donde sea que esté, cuida de William y cuida a Maria para que descanse en paz... ah y ayúdame a olvidarme de Samuel por favor
Amén"


Fin

Traficando secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora