Lejos de casa/Hogar

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Él ha venido, pero no es una visita cordial, ni de trabajo. Ha dicho que se va, ¿a dónde? ¿con quién? ¿Por qué? Se me atoran las preguntas y las emociones en la garganta, todo es empujado al fondo por mi orgullo. Lo miro a los ojos, espera una respuesta favorable, pero me limitó a asentir, dar la vuelta y tratar de retirarme cuando su mano me toma la muñeca, reteniéndome.

—¿Qué más quieres? —. Las palabras son claras. No quiero saber más. Me abandona y esa es la única realidad.

—Volveré. Te prometo que volveré.

Sus palabras no significan nada ahora. Me suelto de su agarre, puedo reanudar la marcha hasta mi habitación. Mi mejor amigo se va... Recuerdo cada detalle como una neblina densa sobre nuestros recuerdos: su abuelo le ha propuesto llevarlo al espacio para entrenarlo. Cierro los ojos imaginando a Jon llorando entre estrellas, sonrío apenas ante la imagen mental. Todo seguirá igual, partirá a un lugar donde no puedo alcanzarlo si lo necesito.

Acumule los días, deje que el tiempo transcurriera ocupando mi mente, las primeras noches me llene de buenos recuerdos, pero poco a poco se fueron diluyendo entre las demás preocupaciones; los Titanes, mi padre, mi madre. Las exigencias creciendo tanto como las expectativas. Y cuando necesitaba un refugio donde pudiera sentirme simplemente yo mismo, me vestía de Robin dispuesto a ir hasta Metropolis, entonces algo me retenía, la dolorosa verdad de que esa habitación estaba vacía.

Le escribí cartas en secreto; tiradas al momento de sellar el sobre, no había dirección, solo el nombre del remitente. Han pasado algunos años. Mi límite ha sido tocado y rebasado.

—Amo Damian...

—Sólo será un tiempo, Alfred. Aunque no me esperes a cenar.

Una caja es puesta al lado de mi maleta a medio hacer. Mis ojos van hasta una de las pocas personas que considero cercanas.

—Tal vez ahí esté la respuesta que busca.

La abro despacio, son todas las cartas a Jon. Rescatadas. Las primeras arrugadas están llenas de reclamos, exigiendo su regreso para todas las misiones donde podía ayudar, jactándome de ser mejor maestro que su "viejo abuelo". La última, es de hace un año después de aceptar que no volvería, no hay introducción y es demasiado corta:

¿Dónde estás? ¿Son lindas las estrellas cuando las ves más de cerca? Dijiste que volverías. Prometiste que lo harías, pero han pasado años, Jon. Todas las noches, patrullando te imagino bajando del cielo, sin embargo, nunca levanto la vista. Primero, sé que es muy pronto, segundo, solo es una pequeña esperanza, me aferro a ella porque no tengo otra cosa.

Me ayuda la idea de que al volver pueda restregarte en la cara lo mucho que avance.

Mentira, la realidad es que te extraño. Solo eso. Espero que hayas dejado de llorar tanto, roto algunas reglas, ya sabes, por diversión.

Te estoy esperando, pero no sé por cuánto tiempo. Por favor, vuelve.

Solo tengo una promesa vaga para permanecer en ese lugar. Me limpió la cara. Hay una misión por cumplir. Respiro profundo, regreso la caja a manos de Alfred.

—Por favor, cuida esto.

Sonríe. Tengo la seguridad de que él las cuidará hasta que llegué el momento.

Las cosas no debieron salir de esta forma, ¿por qué mi padre está lamentándose? Mi cuerpo se enfría, debe ser la brisa nocturna, mis ojos están fijos en la luna y las estrellas; pronto, él muy pronto volverá... Lo prometió. Estoy tan cansado, en mi cabeza ronda el recuerdo de la última vez que lo vi, quizá si le hubiera pedido quedarse... Sólo cerraré los ojos un momento. No quiero pensar más.

—Lo lamento, joven Jonathan.

—¿Qué es esto?

—El amo Damian le escribió durante su ausencia.

Jon había regresado una semana después de la muerte de Damian. Después de que su padre lo abrazará y diera la bienvenida tuvo que decirle ante su primera pregunta por su mejor amigo. Entonces, algo dentro de él se rompió. En la mansión Wayne confirmaron todo, no podía creerlo así que voló lo más rápido posible apenas las palabras abandonaron la boca de Clark. El único en hablar fue Alfred.

Ha leído todas las cartas, se ha reído en ocasiones y, en muchas otras, ha lamentado su decisión.

—Sé que tarde demasiado. Lo siento, D. Yo... Lo siento, ¿por qué no me esperaste? Me estaba esforzando tanto. Me contaron que estuviste a punto de huir de la mansión, pero... ¿a dónde pensabas ir, Dami? Por cierto, estoy en casa.

El joven se alejó de la fría lápida; recordando la nota más reciente que agregaría su mejor amigo: Jon. Quiero que mi hogar vuelva del espacio. Los ojos azules le escocieron al recordar esas palabras. Era un alivio saber que no era el único que se sentía de esa manera, aunque su hogar ahora yacía dos metros bajo tierra y no estaba seguro del tiempo que le tomaría alcanzarlo esta vez.

JonDami/DamiJon WeekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora