S

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S cierra los ojos con fuerza, intentando que las lágrimas que amenazan con escapar no lo hagan.

Aquella noche decide volver a trepar por el árbol de Claudia, echa de menos sus sonrisas sinceras, sus suspiros de sorpresa cada vez que la abraza, sus mejillas teñidas de rosa cada vez que sus miradas se entrelazan.

La ve, está escribiendo, no lo hace durante mucho tiempo y cuando sale de la habitación S se cuela por la ventana y con cuidado coge el papel.

Lo lee varias veces para entender que es lo que pasa y al hacerlo corre tras tras su amada.

Sale a la calle, la ve correr, grita su nombre pero ella no parece oírle o si lo hace no le presta atención.

Ve el semáforo por ella, ve el camión, por ella y corre asustado, las lágrimas brotan de sus ojos.

Pero no ve los del conductor y mucho menos a su acompañante.

Lo último que ve es a Claudia muriéndose en el asfalto, ve su sangre, como sale de su precioso cuerpo acompañada de todos los momentos que habían pasado juntos, de todos los besos y las caricias robados,  de las sonrisas cómplices y de  las lágrimas de decepción.

La abraza, te quiero, le dice y ella  con sus último aliento susurra

no existes

ClaudiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora