oscuridad

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Claudia está rota,más de lo que quiere admitir.

Vive su realidad alejándose de todo lo que la rodea, teme empeorar, aunque es muy difícil, ya no queda nada por romper.

Han pasado dos semanas desde que le diagnosticaron esquizofrenia.

Hace dos semanas que la mirada de su madre está impregnada de miedo cada vez que se cruzan por los largos pasillos de su casa.

No ha vuelto a ver a su padre, aquel hombre bajito y alegre, de mirada cariñosa.

Tampoco ha vuelto a ver a S. Empieza a creer que el muchacho solo habita en su mente.

Hoy ha escrito una carta, corta, no queda mucho que decir. La ha puesto encima de su cama y ha salido de su ordenada habitación, olvidándose de apagar las luces.

Salir de casa nunca ha sido tan difícil para la joven, sus pies, se han convertido en pesadas placas de hierro que la anclan a la tierra.

Se acuerda de S, de su sonrisa, de los besos que compartían, llenos de ternura, de como la soledad se disipada cada vez que lo ve. Y sus pies dejan de aprisionarla y echa a correr, derramando lágrimas que nublan su vista y la hacen tropezar. No ve el semáforo en rojo, ni el coche que se acerca sin intención alguna de detenerse. Sólo ha logrado ver los ojos del asustado conductor.

También ve a su acompañante, no lo distingue bien, es una sombra, que causa en ella terror, sabe porque y también sabe que no sobrevivirá.

ClaudiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora