tres

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Hugo

A la salida, tenía claro que quería quedarme a esperar a la morena que me había tenido con la cabeza distraída toda la noche, a pesar de no estar muy convencido de que ella se quisiera quedar conmigo.

- Hugo, ¡nos vamos a cenar!¡Corre! Rafa se muere de hambre. -Eva me gritaba agarrada al brazo del susodicho, que iba con cara de haber bebido un par de copas de más.

- Id yendo vosotros, ahora os llamo y os pillo. -Le guiñé un ojo a Eva, y ella me tiró un beso antes de girarse para ir con los demás, que ya habían empezado a caminar. Me encendí un cigarro mientras la esperaba, pero después de dos caladas la puerta de la discoteca se abrió.

- Sabría que estarías. -Dijo ella riendo. Sólo le hicieron falta 3 palabras y una sonrisa para ponerme a mil. Era probablemente la chica más atractiva que había conocido en mi vida, no tenía ninguna duda.

- Habíamos quedado, estaría feo que te diera plantón de primeras. -No me moví de la pared donde estaba apoyado, y tampoco fui nada discreto al mirarla de arriba a abajo. Ella, enfrente de mi, tenía la mirada desafiante y sexy.

- Yo sólo te he dicho a qué hora salía, eso de quedar... ¿tengo cara de quedar con desconocidos?

- Técnicamente, yo no soy tan desconocido para ti, sabes al menos mi nombre. Y lo de la cara...mejor me callo, que luego me caen copas encima sin querer.

- Ana Julieta. -Estiró la mano con la intención de que fuera un sencillo apretón de manos, pero en vez de eso la agarré para acercarla a mi y darle dos besos. Uno en la mejilla, otro muy cerca de la comisura de sus labios. Olía tan bien que me hubiera encantado quedarme ahí más tiempo, pero ella deshizo mi agarre con cuidado y se separó, acortando aún así la distancia inicial que había entre los dos.

- Bueno, Ana Julieta, ¿qué te apetece hacer? Para dos españoles como nosotros la noche acaba de empezar.

- Te dejo que me sorprendas con la condición de ir a un sitio donde no me congele. -Después de escucharla, me fijé en cómo estaba tiritando. No conocía absolutamente nada la ciudad, pero enseguida pensé en qué hacer. Les escribí un WhatsApp a los chicos diciendo que no me molestaran a la habitación cuando llegaran y, acto seguido, la agarré de la mano para que ambos empezáramos a caminar.

Anaju

Llevaba todo el camino pensando cosas indecentes. Todo el camino. Íbamos de la mano hablando como si fuera lo más normal del mundo, y en cuanto me giraba a mirarle...ese tatuaje del cuello aparecía, y yo sólo pensaba en cómo acallar a la Anaju interior durante un ratito más. No me reconocía, yo no era así.

- Tú...¿casa? -Pregunté confusa, cuando paramos delante de una puerta que parecía que llevaba a un recibidor.

- Mi residencia. -Dijo él, entrando decidido al interior. Mi cabeza fue asimilando esa información hasta que llegamos al ascensor, donde me di cuenta de que no era una residencia sin más...era una residencia de estudiantes.

- Pero, ¿cuántos años tienes? -Pregunté, presa del pánico. Él apretó un botón como si nada, y empezó a preparar las llaves de lo que supuse sería su habitación.

- ¿Cuántos me echas? -Me miró, poniendo una cara que medio minuto antes me habría puesto a mil.

- Hugo, en serio, cuántos años tienes. -No es que tuviera poca flexibilidad con la edad, pero quería saber al menos si estaba haciendo cosas legales.

- Joder, tranquila Ana Julieta. -Llegamos a la planta, y él salió tranquilo, dando por hecho que yo iría detrás.- Tengo 21, supongo que un par menos que tú.

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