Simplemente ella

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Parecía envuelta en llamas, al mirarla daba la sensación de alegría y diversión pero a la vez de dolor, de querer tenerla cerca, de cariño y calor, pero a la vez, mantenerla alejada, porque dolía y quemaba su amor.

Parecía ahogada. Sus palabras eran dulces y frescas. Consolaba solo con decirte que estaba ahí, tenía la paz exacta para apaciguar tu yo, pero en lo que se dice rabia, salada, salada como el mismo mar, sal, seca, áspera.

Parecía libre, parecía que volaba con el mismo aire, su pelo parecía ir de la mano con el, su sonrisa resonaba en los ecos cuando el viento se movía. Pero en realidad estaba medio atrapada, agotada, presionada, no tenía alas y lloraba por deseo de libertad.

Parecía estable como la misma tierra, creciendo a cada bien y a cada mal, consciente y aprendiz, sabiendo lo que quiere y decidiendo entre placeres. Pero no, había terremotos en constancia dentro de ella, sus flor era nacida entre flores que absorbian todo lo necesario para el quivocado jardin, en equivocado mundo, perdida entre fantasías no demasiado cuerdas o existentes pero alejada de creyentes.

O quizá todo es mentira, quizá todo son irritantes de quien no ve lo que debe ver, y es simplemente ella, cautivada por el mismo alma, viviendo el instante, llorando el instante, riendo el instante, entre fuego, agua, aire, tierra y su alma.

Mis Relatos De OtoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora