Capítulo 5💞❣️

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La prometida del millonario
Cuarta Parte

Era el día de San Valentín, y a Sarah se le habían acabado las excusas para
quedarse en Nueva York. Cal le había sido de gran ayuda desde la oficina de San
José, mientras ella se escondía en la de la costa este. Simon, que hacía poco había
sido ascendido a Director de Desarrollo Empresarial de VIC Enterprises, observó
de forma acertada que si estaba planeando casarse con Vitaly, iban a tener que
solucionar sus diferencias.
Aunque a ella no le importaba que Vitaly fuera un poco posesivo y controlador, de
hecho, era algo que la excitaba, su vena celosa no le parecía bien, y deseaba que se
pudiera controlar.
Se las había arreglado para evitar hablar con él durante tres días, aparte de los
emails que le enviaba con los informes diarios, y había ignorado todas sus llamadas
personales. Con un suspiro, se sentó en su silla y se puso a mirar por la ventanilla.
El avión estaba descendiendo sobre San José. Había llegado el momento de hablar.
Bueno, quizás después de un rato de diversión, pensó, echando un vistazo a la
bolsa que estaba en el asiento de al lado.
Cuando llegó a la oficina, el aparcamiento estaba casi vacío. Buscando con la
mirada el coche de Vitaly, entró en el edificio y saludó con la mano a Ivan. Al salir
del ascensor en el décimo piso, se alegró de comprobar que la zona de la recepción
ya estaba a oscuras, señal de que el resto del personal se había marchado. Al ver
luz en la oficina de Vitaly, entró en ella, y él levantó sorprendido la cabeza.
-Hace un poco de calor para llevar ese abrigo- comentó, mientras ella cerraba la
puerta y se apoyaba contra ella.
-Cierto- respondió, y siguió observándole. Sin saber qué decir, Vitaly esperó a ver
qué hacía ella.
Separándose de la pared, Sarah dejó caer el maletín al suelo y agarró el cinturón de
su abrigo. Tras soltarlo, el abrigo se abrió mientras ella se encaminaba hacia él.
Vitaly se reclinó en su asiento y sonrió. Enfundada en un body sexy de encaje rojo,
abierto en el centro hasta el ombligo y en la entrepierna, y sus omnipresentes
Louboutins, la observó acercándose a él.
¿Qué tal en Nueva York?- consiguió preguntar, mientras ella dejaba el abrigo
sobre una silla y rodeaba el escritorio.
-Muy bien- respondió, girando su silla hacia ella.
-No voy a protestar, porque estás guapísima, pero, ¿celebramos algo hoy?- le
preguntó, y ella le tomó la mano y se metió un dedo en la boca, chupándolo con
ímpetu. Con un gemido, Vitaly sintió cómo su erección pasaba de interesada a
implacable en cuestión de segundos.
-Es San Valentín- dijo simplemente, colocándose un segundo dedo en la boca.
-Entiendo- logró decir él, acomodando con la mano su dolorosa erección. -
¿Debería haber enviado flores?
Haciendo una pausa, Sarah indicó las puntillas que apenas le cubrían los pechos,
-Me parece que ya tengo flores- dijo, señalando las rosas de encaje.
Tomando su corbata, que él se había aflojado antes, se la sacó por la cabeza, antes
de colocársela alrededor del cuello y ajustar el nudo. Los ojos de Vitaly se
oscurecieron mientras la contemplaba. Ella comenzó a desabrochar a toda prisa los
botones de su camisa, le separó las piernas y se arrodilló entre ellas. Inclinándose
hacia adelante, le pasó las manos por el pecho, a la vez que le lamía los pezones.
No pudo evitar un gemido al notar cómo sus propios pezones respondían a la
excitación de él. Recorriendo su torso con besos, le chupó el ombligo, y él metió el
estómago. Sonriendo, comenzó a soltarle el cinturón, pero él la detuvo.
-Sarah, tenemos que hablar.
-Lo sé- contestó, simplemente. -¿Tiene que ser ahora?
-He estado muy enfadado, y no me apetece ser agradable- respondió, mientras
observaba cómo se apagaban sus ojos. Con una seductora sonrisa, Sarah se levantó
y apartó a un lado los documentos del escritorio. Dándole la espalda, lanzó la
corbata sobre su hombro, y giró la cabeza para mirarlo.
-Pues no lo seas- replicó y, reclinándose sobre la mesa, abrió las piernas y arqueó
la espalda. Con un gruñido, Vitaly se levantó de golpe, tirando la silla con el
impulso. Echándose hacia atrás, Sarah apoyó los codos sobre el escritorio y Vitaly
acarició su piel desnuda, haciendo una pausa para disfrutar de las vistas. La parte superior del body era prácticamente inexistente, y consistía en dos tirantes largos
que iban desde los hombros hasta los pantis, dejando el resto del cuerpo desnudo.
Oh, esta vez ha ido demasiado lejos, pensó, mientras se soltaba el cinturón y se
bajaba los pantalones hasta los tobillos.
Apoyándose con fuerza sobre ella, le mordisqueó la oreja mientras ella se retorcía
por debajo de él. Se puso de pie y le separó aún más las piernas, antes de levantar
sus caderas. Con un movimiento rápido, ya estaba dentro de ella, clavado hasta la
empuñadura. Gimió al darse cuenta de lo preparada que estaba para recibirlo. Su
zorrita estaba tan caliente como él.
Cogiendo la corbata, tiró de ella ligeramente, y Sarah arqueó aún más la espalda.
Agarrando su cadera con la otra mano, Vitaly comenzó a embestir contra ella,
mientras Sarah se sacudía sobre el escritorio. Fijando los dedos de los pies en el
suelo, hizo un soberano esfuerzo para devolverle los embistes. Él se aferró con más
fuerza a su cadera y tiró de la corbata, mientras ella continuaba gimiendo.
Con un enorme gruñido, arremetió con más fuerza y sintió la llegada de su primer
orgasmo, al contraerse los músculos alrededor de su verga. Continuó embistiendo,
mientras ella se corría otra vez. Con el tercer orgasmo, el más largo de todos, Sarah
comenzó a temblar y le fallaron las piernas, Vitaly la subió hacia arriba y continuó
embistiéndola por detrás. Con un rugido, llegó al orgasmo, sujetándola firmemente
mientras se vaciaba dentro de ella.
Cuando finalmente acabó, la levantó con delicadeza del escritorio donde se había
derrumbado. Le dio la vuelta y la sentó en el borde de la mesa, antes de besarla.
Apoyando la cabeza en su pecho, Sarah jadeaba mientras su presión sanguínea
regresaba a la normalidad. -Tengo mucha hambre- consiguió decir, y Vitaly lanzó
una carcajada.
-Seguro que hay sobras de esta tarde en la sala de conferencias. Vamos a ver qué
queda.

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