Capítulo 3 💞❣️

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La prometida del millonario
Cuarta Parte

Sarah subió lentamente las escaleras, reprimiendo un bostezo. Había sido una larga
y gloriosa noche, y los pies la estaban matando. Al entrar en el dormitorio, se paró
en seco. Vio pétalos de rosa esparcidos por el suelo y por la cama, y unas velas
envolvían el cuarto en un cálido resplandor. Girando en círculo, aspiró con deleite
el aroma a rosas y vainilla.
-¿Te gusta?- le preguntó Vitaly, entrando detrás de ella.
-Oh, claro que sí- respondió, dándose la vuelta para mirarlo. -Pero estoy muy
cansada, no sé cuánto tiempo voy a aguantar despierta.
Tras bajarle la cremallera del vestido, la ayudó a quitárselo antes de cogerla en
brazos y depositarla en la cama sobre los pétalos. -Has pasado mucho, kotyonok,
deja que me haga cargo- le dijo, mientras ella se descalzaba. Elevando los brazos
por encima de su cabeza, Sarah se estiró, mirándolo perezosamente.
-¿Me das un masaje en los pies?- le preguntó con una sonrisa. -Los tengo
destrozados.
-Tus deseos son órdenes para mí, kotyonok-. De pie, Vitaly se quitó el abrigo y la
camisa. Se descalzó y se quedó sin ropa, sentado a los pies de la cama. Después de
colocar los pies de Sarah sobre su regazo, tomó uno y comenzó a masajearlo en
círculos con los pulgares.
-Oh. Dios. Mio. No pares nunca- le dijo, a la vez que gemía. -Es una maravilla.
Mientras Vitaly le masajeaba los pies, en lugar de sentirse relajada, Sarah se dio
cuenta de que se estaba excitando. Cuando él le apretó el talón con los pulgares,
sintió como se extendía un lento y profundo ardor dentro de ella. Arqueando la
espalda, se agarró los senos y comenzó a frotarse los pezones.
Aunque le encantaba actuar para Vitaly, normalmente no se sentía así de bien. Será
el Champán, pensó, abriendo los ojos para mirarlo.
-Ya no estoy cansada- confesó, mientras seguía acariciando sus pezones.
Deslizando las manos sobre sus tobillos, Vitaly comenzó a subir por las piernas,
hasta llegar a las pantorrillas. Sarah bajó una mano por su cuerpo. Tras mover el tanga hacia un lado, separó las piernas y comenzó a restregarse el clítoris, mientras
continuaba jugando con sus pezones. Vitaly siguió masajeando sus piernas, y ella
lanzó un gemido. Levantándole las piernas, se colocó entre ellas y le besó el
interior de los muslos. Tras plantarle un beso en el pubis, empujó con sus pulgares
las ingles, y Sarah elevó las caderas hacia él. Riéndose, él le lamió el clítoris, y ella
gimió. -Tócate- le ordenó, y le pasó la lengua por el coño.
Separó sus pliegues e introdujo la lengua, mientras ella seguía frotándose el
clítoris. Vitaly le metió dos dedos y comenzó a moverlos rítmicamente de dentro a
afuera. Deslizando el otro brazo sobre su abdomen, la inmovilizó sobre la cama
antes de morderla suavemente, haciendo que Sarah se retorciera por debajo de él.
Tomando el clítoris en su boca, la sujetó firmemente mientras ella seguía
agitándose con fuerza.
Gritando su nombre, Sarah se arqueó aún más y le agarró por la nuca. La risa de
Vitaly creó una vibración contra su receptivo coño, y sus músculos se tensaron
alrededor de sus dedos. Tras extraerlos, no le dio oportunidad de recuperar el
aliento y se sentó, colocándola sobre su regazo y empalándola con su polla.
Inclinándose hacia atrás, Sarah se apoyó sobre la cama con los pies, botando sobre
él. Vitaly controló sus embestidas, golpeando contra su punto G. Sarah aumentó la
velocidad, y él pudo sentir cómo llegaba rápidamente a otro orgasmo. Al correrse,
se incorporó, presionando firmemente contra él. Esa presión extra era lo que Vitaly
necesitaba, y alcanzó su propio orgasmo. Agarrándola por la nuca, la empujó hacia
él y capturó sus labios en un devastador beso. La sostuvo con firmeza, acunándola,
hasta que su erección desapareció, y salió lentamente de ella. Sarah lo miró y se
dejo caer en la cama, sonriendo.
-Has estado increíble. Como siempre-. Riéndose, Vitaly le soltó el corsé y se lo
sacó. Le quitó los ligueros y le bajó las medias, besando sus empeines. Se tumbó
junto a ella y la abrazó, antes de tapar a ambos con la colcha. Mientras ella se
acurrucaba contra su pecho, Vitaly no pudo resistir la tentación de tomarle el pelo.
-No sabía que los masajes de pies te excitaran tanto.
Elvando la cabeza medio dormida, le besó el pecho. -Oh, Sr. Chekhov, no tienes ni
idea.

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