Capítulo 4 💞❣️

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La prometida del millonario
Parte cuatro

Pasaron varias semanas y los negocios seguían su curso en VIC Entreprise. Ni
Sarah ni Vitaly se preocuparon por planear la boda, y a Sarah le pareció una
excelente idea delegar el proceso inicial en sus futuras damas de honor: Chloe, Lisa
y Mia. Su tía Hannah le había sugerido que usara el vestido de novia de su madre,
y Sarah accedió a echarle un vistazo; aunque ella prefería llevar algo más moderno.
Vitaly había vuelto a su habitual modo de actuar, unas veces cercano y otras
distante, inmerso en una propuesta para un órgano gubernamental que no
solamente supondría un aumento del valor global de la compañía, sino que también
podría abrirles las puertas a otros mercados internacionales.
Sarah continuó en su puesto al mando de proyectos especiales, y pasó la mayor
parte del tiempo trabajando con la oficina de Nueva York y sus contratos a través
de las Autoridades Portuarias de Nueva York y Nueva Jersey. Desde el incidente
de espionaje, la mayoría de los funcionarios de Nueva York habían sido
despedidos, y Vitaly se mostraba reacio a contratar más gente, a pesar del
incremento en el volumen de trabajo.
A instancias de Sarah, accedió a contratar a un becario para ayudarla con las tareas
más sencillas, y dejó la elección en sus manos.
Se distrajo al oír unas risitas fuera de su oficina. Al abrir la puerta, vio a su
recepcionista, asistente personal y secretaria, en un corro.
-¿Qué pasa?- preguntó, sobresaltando a las mujeres. Diane, su asistente, le sonrió.
-Estábamos admirando al bombón que ha contratado Sarah.
-¿Bombón?
Señalando hacia el ascensor, donde Sarah y un chico joven estaban absortos en
conversación, continuó:
-Ese caramelito. Va a conseguir que venir a trabajar sea mucho más agradable. Y
no es que no me guste mi trabajo, pero vaya pinta tiene...- añadió Diane.
Vitaly observó a Sarah hablando y riéndose con un atractivo joven que parecía
tener un par de años menos que ella. -¿Ese es el becario?- preguntó.
Sí.
-¿Está cualificado?
-No lo sé, ni me importa- contestó Diane, que hizo un gesto de despedida a las
otras dos mujeres y desapareció en su oficina.
Apretando la mandíbula, Vitaly se volvió hacia Laurel, la recepcionista. - Cuando
termine Sarah, dile que venga a mi oficina- le ordenó, antes de darse la vuelta y
regresar a su escritorio.
Tras sentarse, miró la pantalla de su ordenador, pero no podía concentrarse. ¿Cómo
se atreve a contratar a alguien sin comprobar si está cualificado?, pensó, enfadado.
Justo cuando iba a coger el teléfono para decirle a Ivan que no autorizara ninguna
acreditación, Sarah entró en la oficina.
-¿Querías verme?- le preguntó, inclinándose para besarle. Él retiró la cara, y ella le
miró extrañada, antes de sentarse.
-Veo que has contratado a un becario- dijo secamente.
-¿Cal? Sí, lo va a hacer muy bien. Tiene planes de mudarse a Nueva York, así que
si todo sale bien, espero que pueda trabajar en la oficina de la costa este.
-Y ¿qué otras cualidades tiene aparte de ser un bombón?- la interpeló.
Volviéndose a mirarlo, Sarah abrió y cerró la boca un par de veces antes de hablar.
-¿De qué demonios estás hablando?
Vitaly se puso a gesticular violentamente en dirección a la recepción -Me acaban
de decir que es un bombón, y me estaba preguntando si has tenido en cuenta su
capacidad para hacer este trabajo.
Sarah lo miró con furia. -Me diste plena autoridad para contratar a un becario como
ayudante. Y lo he elegido a él- contestó enojada.
-Así que crees que ser un bombón es una cualificación apropiada- quiso saber.
Sarah se puso en pie y golpeó la mesa con las palmas de las manos, mirándole con
ira.
-Sí, Cal es guapo. Y también es licenciado en empresariales por la Universidad de
Stanford, y está a punto de terminar un máster. Además, es el novio de Mia, y se
acaba de mudar con ella para ayudarle a pagar el alquiler después de irme yo. Mia quiere estudiar en Nueva York, por lo que podrían acabar viviendo allí, suponiendo
que lo haga bien aquí, cosa que no dudo, dado que se graduó entre los mejores de
su clase. Y el hecho de que pienses que yo contrataría a alguien simplemente por
su aspecto y sin comprobar sus referencias, demuestra que el tiempo que estuviste
en coma no ayudó nada a tu cerebro ¡y que sigues actuando como un neandertal
celoso!
Sarah se sentó de golpe, agotada. Lanzándole una mirada furiosa, se levantó y se
encaminó hacia la puerta.
-Sarah- llamó Vitaly. Ella levantó una mano, sin molestarse a darse la vuelta.
-Ahora no. Estoy demasiado enfadada.
Cuando se fue, Vitaly se frotó la cabeza, angustiado. Nunca había sido tan celoso
con su primera esposa, Nadia, ni con ninguna de las mujeres con las que habías
estado hasta entonces. ¿Por qué Sarah provocaba eso en él? Cogió el teléfono y
llamó a Ivan.
-¿Sí, jefe?
-El nuevo empleado. Cal...
-Calvin Watkins. Ya lo he verificado, y parece perfecto. Empieza la semana que
viene-. Ante el silencio de Vitaly, Ivan preguntó: -¿Algo más? ¿Jefe?- Pero Vitaly
ya había colgado.
Había vuelto a meter la pata. Y debía pensar en la forma de resarcir a Sarah. Con
un suspiro, volvió a mirar su ordenador. Después. Ya se ocuparía de eso después.
Cuando Vitaly abandonó la oficina más tarde, se sorprendió al ver que Sarah ya se
había ido. Pensando que estaría en casa, se dirigió allí, ensayando su disculpa. Al
llegar, no vio su coche en la entrada. Entró en el edificio y sacó el móvil para
llamarla.
-¿Sí?
-¿Sarah?
-Sarah no se puede poner ahora, ha perdido una apuesta y tiene que tomarse un
chupito.
-¿Con quién hablo?

Con Lisa.
Por supuesto, pensó. Ha salido con ellas.
¿Dónde estáis?
-En Casbah. Celebrando-. Respondió Lisa. -Ah, y me ha dicho que te diga que si te
sigues comportando como un neandertal, te verá en la oficina. Oh, me toca a mí.
Lo siento, me tengo que ir.
-¿Oiga?
¡Mierda! Me ha colgado. Resistiendo el impulso de arrojar el móvil, Vitaly cogió
una botella de vodka. Si ella había salido a emborracharse, él también podía jugar a
ese juego, pensó, saliendo a grandes zancadas de la cocina.
Cuando Vitaly se despertó a la mañana siguiente, juró en voz alta, al notar que
tenía resaca. Mirando la hora, no pudo creer que ya eran más de las siete y que iba
a llegar tarde al trabajo. Aunque esa botella vacía pudo haber tenido algo que ver
con ello.
Incorporándose poco a poco, miró el lado de la cama de Sarah y se dio cuenta de
que no había dormido allí. Al levantarse despacio, su mano golpeó una botella de
agua. Y al mirar hacia abajo, descubrió un bote de paracetamol. Así que sí había
estado allí, pensó mientras abría la tapa y se echaba unas cuantas pastillas a la
boca, antes de beberse toda el agua. Una vez en la ducha, repasó su
comportamiento del día anterior. No podía entender por qué se había puesto tan
celoso. Cuando estaba casado con Nadia, ésta a menudo se quejaba de que estaba
casado con su trabajo, y no mentía. Tendía a abstraerse en el trabajo, pero estaba
seguro de que Sarah lo entendía. Y después de todo lo que había hecho por él y por
su empresa, aún le ponía celoso con quién y cómo pasaba su tiempo libre.
¿Cómo lo iba a superar una vez casados? Tenían que hablar seriamente, y a ella no
le iba a gustar nada. Tras salir de la ducha, se vistió apresuradamente y se dirigió a
la oficina.
Al llegar allí, Sarah no estaba en su despacho. Acercándose a Laurel, le preguntó si
Sarah había ido a trabajar.
-Se ha ido a Nueva York. Simon tiene problemas con uno de los puertos y Sarah
quería asistir a la reunión. Pensaba que lo sabías. Está en la agenda.
-Se me habrá olvidado- murmuró Vitaly, regresando a su despacho. -¿Me puedes
traer un café?
-Claro.

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